APENAS son 70 kilómetros los que separan Lasesarre de mi domicilio, pero una barrera insuperable se interpuso entre ambos. Y es que desde que se hizo oficial la retransmisión del encuentro por la cadena autonómica me planteé no asistir in situ a mi dosis semanal de fútbol alavesista. Si a esto le añadimos que el día amaneció y continuó lluvioso y bastante triste que no animaba a desplazarte; que ni el lugar ni el equipo rival me agradan especialmente, entre otras circunstancias porque no puedes trabajar cómodamente y tienes que aguantarte para no contestar a algunos comentarios ofensivos que se suelen realizar (al menos la temporada pasada así ocurrió) tenía la excusa ideal para quedarme en casa. De esta manera, ayer tuve la oportunidad de presenciar por televisión, y por primera vez, un partido del Alavés en Segunda B. Y la experiencia no puede decirse que haya sido del todo reconfortante.
El encuentro estaba significado por el enfrentamiento poco sentimental entre dos clubes distanciados a nivel social, económico y clasificatorio, actualmente, y desde siempre por una animadversión destacada. Y algunas actuaciones fabriles tampoco ayudan a que se limen asperezas. Todavía sigo sin comprender a qué viene poner el himno del Liverpool por megafonía. Y estamos hablando del club más veterano en el grupo ya que lleva 23 temporadas consecutivas. Ahora bien, donde no hay?
El Alavés, en la primera parte, y el Barakaldo, después, nos depararon un encuentro de poder a poder ya que ambos tuvieron sus momentos de juego. Está fuera de toda duda que los albiazules han gozado de una racha de efectividad bastante alta y ayer, en el primer periodo, de tres disparos a puerta logró marcar en el que menos se esperaba. Después de ese instante tenían que haber decidido el encuentro con un segundo gol. Pero pensaron que ya era suficiente. Luego, en el segundo tiempo, ni han llegado con claridad ni han jugado como debían, creyendo que con lo hecho bastaba; más adelante, con el miedo metido en el cuerpo y, más tarde aún, con un hombre menos, no hicieron otra cosa que no fuera defenderse. Sin embargo, los gualdinegros, en el mismo periodo, de dos ocasiones claras antes del gol albiazul, no consiguieron ninguno. Pero su tenacidad y su fe encontraron su fruto y consiguieron empatar e incluso pudieron ganar.
En líneas generales, y de manera global, el Deportivo Alavés no demostró su condición de líder ni su trayectoria a domicilio y pasó más apuros de los necesarios; si acaso, destacó un espíritu de lucha y un sacrificio encomiables en el asedio a que fue sometido en muchos momentos del segundo periodo. Más que un empate de efectos irreversibles, es una advertencia para los encuentros que le quedan por disputar de aquí en adelante al todavía líder del grupo. Los dos próximos son, en teoría, ante rivales de más enjundia que el de ayer y convendría no demostrar vacilaciones ni flaquezas ante ellos. De ahí que no convendría despistarse de nuevo pues ya serían demasiadas las veces que ha sucedido en las últimas semanas. Por este motivo, toda la ventaja adquirida se ha ido volatilizando y no es conveniente que lo siga haciendo aún más.