Una campaña perfecta. "La mejor. Es la que más nivel he dado y pese a algunos percances, es la temporada que más a gusto me quedo", destaca el propio Javier Ruiz de Larrinaga. Once victorias, entre ellas la tercera Copa de España y el tercer Campeonato de España, confirman el gran año del de Amezaga. Ahora busca poner la guinda en el Campeonato del Mundo de Sankt Wendel (Alemania) este próximo domingo 30 de enero. Sin embargo, el Mundial es una carrera que hasta la fecha se le resiste y en la que por el momento nunca ha podido dar la medida real de sus posibilidades.

En su debut en la cita mundialista en el año 2008 en Treviso acabó en el puesto 36º, un año más tarde en Hoogerheide bajó hasta el 41º y en Tabor en 2010 se fue hasta el 45º. Sin suerte. De hecho, esta última cita fue una prueba con mucha nieve y plagada de problemas para el actual campeón de España, que busca desquitarse en su cuarto Campeonato del Mundo consecutivo. Loyo quiere revancha. El corredor del MMR-Lizarte busca sacarse la espina.

Con esa idea va. En su mente está mejorar las actuaciones del pasado. El alavés tiene claro que tan atrás no está su "sitio" y por eso espera que haciendo una buena carrera, tal y cómo ha venido sucediendo durante toda la temporada, pueda "estar más adelante". Entre los 30 primeros es la meta. "Ese sería un objetivo lógico, pero estamos viendo que los otros tres Mundiales que he corrido es que ni me he acercado al 30", recuerda.

Ruiz de Larrinaga es consciente de que el reto que se ha marcado es "complicado", pero al menos acude a la cita con optimismo y teniendo claro que después de lo realizado, el objetivo "tiene que ser ese". "Si he sido capaz de hacer el 20 en Igorre, hacer el 25 en Pontchâteau y el 42 en Holanda sin quedarme a gusto, está claro que tengo que acabar aquí entre los 30 primeros", añade.

Ambicioso. Y eso que como recuerda se trata de todo un Mundial, "la mejor carrera del año y del mundo". Una prueba inalcanzable en estos momentos para los ciclistas vascos y españoles, que siguen a años luz de los belgas, los grandes especialistas. "A día de hoy no somos nadie a nivel mundial", insiste.

SIN MIEDO Al menos, Ruiz de Larrinaga afronta la cita con buenas sensaciones. Físicamente llega "bien" y con la moral alta. "Igual es el año en el que con más ganas me encuentro y menos miedo tengo, pero ya veremos", apunta.

Y es que cómo recuerda "un Mundial es un Mundial" y por ahora su experiencia en las citas precedentes no invita al optimismo. Pero eso se tiene que acabar. Loyo así lo cree. De momento, este año ya ha dado ese pasito adelante que esperaba y se ve un poco más cerca de los intratables belgas.

Buena prueba de ello es que el año pasado en las pruebas de la Copa del Mundo llegaba a ocho minutos y este año ha recortado esa distancia sideral y ya sólo tiene un retraso de cinco minutos. "Veo que voy progresando y ese pasito que quería dar a nivel internacional, lo voy dando poco a poco", apunta.

Eso sí, Ruiz de Larrinaga es inconformista y quiere más. "Tengo que seguir con esa progresión y tratar de ir metiéndome entre los 30 primeros del mundo más seguido".

Ahora le llega la primera oportunidad para demostrar esa mejoría. Larrinaga espera que su desdicha del pasado cambie, pero tampoco espera encontrarse con una alfombra roja. Loyo es consciente de que puede toparse con piedras en el camino como el hielo, caídas o una mala salida. "Es que si no pudiera pasar nada de eso, entonces tampoco estaríamos hablando de ciclocross. Tengo que estar preparado para todo eso. Para hacer una salida buena, para aguantar un ritmo bueno durante toda la carrera, para evitar caídas...", avisa.

Y es que cómo el propio corredor alavés asegura muchos de estos inoportunos lances "pasan porque tienen que pasar". "Cuando te sacan de punto, vas ciego y te caes. Son cosas con las que tengo que luchar y no las podemos poner de excusa. No puedo estar esperando a que el circuito me vaya al 100%, que no llueva, que sea rápido... No. Tengo que luchar con lo que haya y demostrar que lo que he hecho otros años no es el nivel que realmente tengo yo". Para poder hacerlo, deberá aprobar una de sus asignaturas pendientes: la salida. "Es donde menos a gusto me encuentro. Es muy similar a lo que es un sprint masivo en carretera y yo nunca he sido un sprinter. Me cuesta mucho el tener que meter los codos con todo el mundo y pegarme para buscar el sitio", indica.

Sin embargo, tendrá que hacerlo. Y es que Loyo es consciente que los compases iniciales son claves para el devenir de la prueba. "La salida marca toda la carrera. Saldré en torno al puesto 35, que no es muy delante, pero va a influir mucho la suerte que tengas al entrar en la primera curva y si puedes pasar por algún lado o no". Ahí hará falta mucho coraje, algo que le ha faltado, según él mismo ha reconocido, en alguna ocasión. "Hay que echarle cojones. Es que como vayas pensando que te puedes caer o que te van a cerrar o lo que sea, al final frenas y eso significa que te va a pasar todo el mundo. Hay que quitar ese miedo, meter codos e ir para delante, ya que eso te va a permitir entrar mejor colocado en la primera curva", concluye.