LIETUVOS RYTAS El Amin (10), Gecevicius (8), Jomantas, Bjelica (11), Nalga (4) -cinco inicial-, Bajramovic (10), Newley, Jasaitis (7), Valanciunas (6), Babrauskas (3) y Buterlevicius.
PANATHINAIKOS Diamantidis (6), Nicholas (10), Fotsis (6), Batiste (26), Kaimakoglou (16) -cinco inicial-, Tsartsaris (12), Tepic, Calathes (2), Vougioukas y Perperoglou (2).
Parciales 21-18, 12-11, 8-24, 18-27.
Árbitros Lamonica, Pukl y Sahin. Sin eliminados.
Pabellón Siemens Arena, ante 9.500 espectadores.
Vitoria. Si alguien albergaba alguna duda acerca de quién es el auténtico ogro del grupo E de la Euroliga y la identidad del equipo al que el Caja Laboral intentará hacer sombra para encaramarse al primer puesto, ayer quedaron completamente disipadas en Vilnius. El temible Panathinaikos exhibió su jerarquía y, si bien debió aguardar hasta el tercer cuarto para pasear su abrumadora superioridad, evidenció que apunta muy alto en este lote donde también comparte presencia con el conjunto de Ivanovic y el Unicaja.
Los griegos quieren ser primeros y así lo demostraron ayer en su primera aparición dentro del Top 16. Liderados por el incombustible Mike Batiste, a quien el paso de los años sigue sentando de maravilla, no dejaron margen para la sorpresa frente a un Lietuvos que sólo soñó con la victoria durante los veinte minutos iniciales. El desvanecimiento local y la fogosa reacción del Panathinaikos enmudecieron el Siemens Arena.
El campeón lituano -donde finalmente no debutó su última adquisición, el timonel estadounidense Strawberry- comenzó el duelo bastante indeciso y, de hecho, le costó casi cinco minutos materializar su primera canasta en juego, pero no tardó en exceso en dejar los nervios en la taquilla del vestuario y afilar sus garras. Rápidamente entró en calor y con un baloncesto dinámico dirigido por Khalid El-Amin metió el miedo en el cuerpo a un visitante demasiado tibio en labores defensivas.
Gracias a los triples de Gecevicius, Bjelica y Bajramovic, un fornido pívot dotado de una excelente muñeca, abrió una brecha inquietante al inicio del segundo cuarto (27-20). Dicha desventaja se mantuvo prácticamente hasta el descanso para un cuadro de Zeljko Obradovic que se sintió incómodo a la hora de anotar y únicamente vio la luz en los tramos delicados a través del veterano Batiste. Bien secundado por Tsartsaris, sus 26 puntos le erigieron en la estrella de un encuentro, a la postre, sin historia.
Porque, tras el intermedio, el Lietuvos Rytas se desfonfó por completo y encadenó varios minutos de sequía anotadora que le sumieron en la depresión. El favorito no sólo niveló el marcador sino que encontró la pócima del éxito que hasta ese momento se le había resistido. Un partido con claro color local se convirtió repentinamente en un incontestable monólogo de los atenienses, que entraron en órbita con un parcial de 0-10 que dejó prácticamente el pulso visto para sentencia (41-53). El tramo final sólo sirvió para constatar el débil estado del Lietuvos, al que sólo un milagro puede colar entre los ocho mejores de Europa.