FUE en 1996, en el torneo de Brunete, cuando fue descubierto el talento de una promesa de Fuentealbilla que coleccionaba los famosos clicks de Playmobil, afición que aún conserva. Andrés Iniesta, Gusi, se postula tres lustros después como principal candidato para conquistar hoy en Zúrich (19.00 horas) el Balón de Oro 2010 en la fiesta del barcelonismo, sobre todo de La Masía, merced a la terna de aspirantes que completan Xavi Hernández y Lionel Messi. Se profesan tal devoción unos a otros que estas semanas precedentes han sido todo un carrusel de elogios en medio del juego del escondite, puesto que salvo sorpresa mayúscula será el gol del Mundial el que decante la balanza, por mucho que el de Terrassa sea el faro, el ascendente culé, y que todos coincidan en señalar al argentino como el indiscutible número uno del fútbol. Solamente el poderoso Milan de Sacchi logró en 1988 y 1989 ubicar a tres jugadores del mismo club en el podio del galardón individual de mayor prestigio, con Marco van Basten a la cabeza.

Ni siquiera el Inter del triplete de Mourinho pudo colocar a Sneijder en la palestra, decisión controvertida para muchos analistas, principalmente merengues. La gala de la FIFA será un tributo a un estilo: el de la posesión del balón, la vocación ofensiva, la solidaridad en el esfuerzo y la humildad en el trato. Filosofía que se construye desde las categorías inferiores de la entidad blaugrana y que posibilitó en Sudáfrica el encumbramiento de la selección española. Luis Suárez, otro exbarcelonista, es el único futbolista estatal que ganó el premio, y para ello toca remontarse a 1960. Guardiola quiere separar el marketing, la foto y la loa de todo lo que no sea la pelota pero hasta el de Santpedor es consciente de la trascendencia del evento, de sus reminiscencias y lo que de positivo pueda inculcar en la futuras generaciones.

perfilados al éxito Iniesta conjuga la imagen de niño bueno y yerno perfecto con la de verdugo salvaje en momentos clave como el de la finalísima ante Holanda o antes en aquel último suspiro en Stamford Bridge que situó al Barça camino de Roma. Su rémora es que se pasó casi medio año acogotado por las lesiones, algo que incidió en que su equipo no pudiera reeditar presencia en la pugna por la Champions. La frustración acabó en esa prórroga, en ese golpeo a la red que le lleva ahora a salir ovacionado de cada campo.

Xavi se erige en representante de la transformación del Barcelona en máquina, en rodillo futbolístico. Tras su debut en 1998 y después de tres años a la sombra de Pep, empezó a desarrollar su mejor versión de la mano de Rijkaard. Luego, con el propio Guardiola como conductor y no como competidor, se consolidó como cerebro, consagrándose como mejor jugador de la final de la Liga de Campeones 2009 contra el Manchester United y finalista del Balón de Oro 2009 junto a Cristiano y Messi. Símbolo, bombilla, director... a sus 30 años coronó su andadura la pasada semana al convertirse en el hombre con más partidos oficiales en la historia del club, con 550, superando a Tarzán Migueli.

Y Leo. Imparable. Brutal. Arrollador en todas las facetas. Ya se alzó con este entorchado el pasado curso pero, lejos de reposar en la gloria, la Pulga hizo méritos suficientes para repetir con una productividad goleadora insultante y el único pecado de haber tenido a Maradona como seleccionador. Cerró el último año con 74 goles en 73 partidos oficiales con la camiseta culé y con apenas 23 años y seis temporadas en el primer equipo lleva una marca de haber hecho diana en un centenar de encuentros, con 13 títulos en su zurrón. "Está claro que Messi es el mejor jugador del mundo, pero creo que Xavi e Iniesta también se lo merecen". Lo afirma Iker Casillas. La prueba del algodón.