COMO todo el mundo conoce, el título hace referencia a cuando varias personas han intervenido para crear un problema y, habitualmente, no solo ninguno asume su responsabilidad sino que culpa a los demás de su autoría. En estos momentos en que la situación del club está sufriendo una grave crisis, sin duda la más importante de toda su extensa vida, debido al claro problema de liquidez que acompaña al club desde hace algunas temporadas, se producen declaraciones que, en vez de buscar soluciones y llegar al consenso, critican a los de enfrente asegurando que ya advirtieron con anterioridad que esta situación se iba a dar. Y en esas estamos. Entre lo que uno se llevó, otros no quieren soltar, los de más allá no quieren poner y los últimos no disponen para hacerlo nos hemos visto abocados a esta situación.
La decisión de la Diputación, por medio de su diputado general, de abandonar a su suerte al Deportivo Alavés anunciando rotundamente que no va a entrar en la capitalización deja al club a los pies de los caballos. Está claro que tiene razones poderosas para justificar esta decisión, pero no es menos cierto que le han faltado estilo y respeto en todo este asunto. A él y a sus adláteres. A esos que una semana sí y otra también aparecían en los medios para machacar al Alavés. De hecho son más conocidos por este motivo que por lo derivado de sus cargos. Agirre, no contento por no haber tenido ni un gramo de sensibilidad para tratar este asunto, se permite el lujo de incluir en la relación de responsables a Gonzalo Antón por vender el club a quien lo hizo. Por la misma razón estaría el que fundó el club por no haber tenido la previsión de que esta venta se produciría. O desvía su responsabilidad o trata de hacer daño. Y las dos opciones me parecen graves.
Por otro lado, la inmediata capitalización del club pone de nuevo de manifiesto la incompetencia e insolvencia de los dirigentes alavesistas para gestionar el club. Está claro que la situación les ha superado en todo momento y la empresa se les ha quedado grande. Nueve meses después de la toma de posesión de sus cargos no han sido capaces de poner sobre la mesa ninguna otra opción en forma de nuevos inversores. El tiempo de capitalización no debería prolongarse ni un día más de lo imprescindible. Es urgente que el actual consejo ayude a este cambio y que los nuevos inversores lo hagan cuanto antes y dejen de marear la perdiz de una vez.
Si no teníamos suficiente, de repente, aparece en escena (solo lo hace para aplazar juicios y pagos), aquel abogado sin escrúpulos para revelar que su defendido no es el responsable del descenso del club ni de la situación actual. Hombre, sí, alguna culpa habrán tenido los jugadores, entrenadores y directivas posteriores, pero no deja de ser una consecuencia directa de la ominosa gestión de aquel impresentable que se creía más listo que dios. Lo que no entiendo es cómo el peinaovejas este y toda su cohorte de palmeros no han sido empurados todavía. No se me escapa tampoco que seguramente desde la afición, o parte de ella, se podría haber hecho bastante más por participar en capitalizaciones anteriores. O como el alcalde que (parece sufrir manía persecutoria) no solo no ayuda sino que pone una traba tras otra.
Lógicamente, como suele suceder en estos casos, nadie tiene la culpa o, mejor dicho, la culpa la tiene el otro. Pero al final, la cordura llegará a todas las partes, ya lo verán. Recuperarla es cuestión no ya de tiempo sino del empeño que le pongan los participantes en este entramado. Unos ayudarán a que el club se salve; otros se irán y dejarán paso a los nuevos; al tercero, la justicia, si es que existe, le hará pagar por sus tropelías; y por último, nosotros seguiremos sintiéndonos orgullosos de que un club modesto como el nuestro sea capaz de gestas importantes en el estadio de siempre. De lo contrario, solo nos quedaría añadir lo que sigue al título de este artículo. Ojalá aún estemos a tiempo.