ESTE clásico que enardece aun disputándose en jornada obrera llega con efecto retroactivo. Arrancó la noche en que los aspersores trataron de aguar la fiesta que Mourinho chafó al Barcelona, la de disputar la final de la Champions en el Bernabéu. Allí, sobre el césped del Camp Nou y embriagado de mayor soberbia si cabe, el luso se supo ya entrenador del Real Madrid. Florentino Pérez creyó dar con la pieza idónea, la única posible, para interrumpir el ciclo triunfal de Guardiola, algo que esta por ver y que, de no ser así, podría dejar tan tocado el proyecto blanco que la alfombra roja al Imperio Messi tardaría años en ser enrollada. Amparado en su gabinete de propaganda, desde Chamartín se vende este duelo como el sorpasso, la jornada en que se invertirá la tendencia gracias al clan liderado por Cristiano Ronaldo desde el césped y por el entrenador portugués desde el banquillo. En Can Barça, aunque conscientes de que las distancias se han acortado, prima el sosiego, confiando en que la temporada será larga, y mucho, en que el mister de Santpedor exhibirá sus mejores trucos de magia para sacar provecho de una plantilla más exigua y en que ésta llegará más fresca a la recta decisiva. Aunque, como siempre, hoy parezca que el mundo vaya a caerse. Por enésima vez.
Resulta meritorio que las piezas del Madrid hayan tardado en encajar bastante menos de lo previsto y que funcionen de forma tan acompasada, pero si el Barça no es líder obedece a que su pretemporada se fue diseñando a medida que han ido avanzando las jornadas, de ahí que su accidente más grave, en su feudo y ante el Hércules, se produjese cuando el grupo estaba muy falto de ritmo y espeso de ideas. No en vano, en estas últimas semanas se ha comportado incluso mejor que durante el año mágico de los seis entorchados, algo que nunca dejará de escocer en el madridismo, ávido de un proyecto sólido y que no mira abajo, a la cantera, que actúa como el otro gran filón azulgrana a largo plazo.
una atmósfera "hostil" Dos cosas parecen claras: el ensordecedor ambiente que se respirará en el estadio y la lupa en las espaldas de Iturralde González. La sola presencia de Mourinho y de Cristiano Ronaldo añade un condimento singular a la animadversión tradicional hacia el cuadro merengue. Prueba de ello, la declaración que ha hecho el histórico Stoichkov: "El Madrid me da asco". Las maneras en que se suelen emplear de cara al público la dupla lusa bastan para esperar una atmósfera hostil para los blancos, aunque sin llegar a las cotas de lo que acaeció en su día con el regreso del traidor Figo. Por otro lado, la designación del árbitro vizcaíno no ha sentando nada bien en las huestes de Mou por aquello de los precedentes, pero, dada su personalidad, tampoco es del gusto de los barcelonistas. Soterrada, por el momento, la teoría del villarato, el madridismo se refugia además en el hecho de que el partido se dirima en lunes por exigencia de Guardiola. Aunque éste lo prefería así para tener a su plantel más descansado, fueron los políticos catalanes quienes se empeñaron en romper con la lógica para que el fútbol no les hurtara las portadas de los periódicos en la resaca electoral.
Solamente resta por comprobar si el choque responderá a las expectativas generadas vistos los guarismos de uno y otro, y de sus estrellas. Aunque Ronaldo lo niegue, su pugna con Messi será la batalla que desmenuzarán las cámaras desde cualquiera de los ángulos. Su carrera por el Pichichi, el sublime estado de gracia por el que atraviesan, el aura que desprenden y la mercadotecnia que les rodea sirven para reducir el partido prácticamente a este binomio. ¿Marcará al fin el portugués al Barça? ¿Hará lo propio el argentino frente a un conjunto de Mourinho? Vamos, que con este horizonte no sería de extrañar que la figura terminara siendo alguno de sus escuderos. Todo apunta a que ambos formarán con sus onces de gala. Aunque Guardiola ha recuperado a Abidal, es poco probable que supla en la cal izquierda a un Maxwell cuya labor soterrada gana cada vez más adeptos. De los campeones del mundo culés está todo dicho, pero es tan enorme el repertorio de los Iniesta y Xavi que siempre hay resquicio para una asistencia nueva que quite la respiración o para un espacio insólito por descubrir. Para que por algún sitio irrumpa Villa, o Pedro, o para un cabezazo de Puyol. Mou también cuenta con toda su tropa y, si bien ha rotado menos, ayer anunció que no tomará precauciones -Khedira e Higuaín han arrastrado estos días molestias- ni hará retoques tácticos: "Jugarán los mismos". Que Lass Diarra reforzara el músculo en el mediocampo en perjuicio del ingenio de Özil podría resultar contraproducente, ya que sería trasladar a sus futbolistas una señal de temor incompatible con las alabanzas sembradas. Un dato es incuestionable: si a un magnate árabe se le ocurriera comprar a los titulares de las dos escuadras, debería invertir 4.000 millones de euros en saldar las cláusulas de rescisión. Ello invita a una reflexión: lo valen porque son sin duda los dos mejores onces del mundo, pero esto a su vez está haciendo de la Liga española una de las más pobres de Europa por su bipolaridad extrema. Aunque algunos insistan en el engaño.
Durante la semana, por aquello del circo de Mourinho con las tarjetas en Amsterdam y porque Guardiola ordenó tener la boca cerrada a sus jugadores para no tener que luchar en un clima donde su alter ego se mueve mejor, las salidas de tiesto fueron decreciendo. Hasta que ayer mismo al exinterista le dio por acordarse de Iturralde. Pep, que se había guardado el turno posterior ante la prensa por si tenía que responderle, prefirió no recordarle la actuación de Benquerenca. Cuestión de estilos. Cualquiera que sea el deselance nada quedará visto para sentencia, más allá del golpe anímico. Si el revés se tiñe de azulgrana, hablar de cambio de ciclo se antoja desmedido porque su colectivo atesora en sus botas fútbol para largo rato. Si el traspiés pinta blanco, ya encontrarán argumentos sus plumillas, por surrealistas que sean.
las convocatorias
Barcelona: Valdes, Pinto, Alves, Puyol, Piqué, Maxwell, Adriano, Abidal, Keita, Mascherano, Xavi, Iniesta, Busquets, Villa, Messi, Pedro, Bojan, Jeffren y Thiago (la lista no será oficial hasta hoy).
Real Madrid: Iker Casillas, Dudek, Adán, Sergio Ramos, Carvalho, Pepe, Raúl Albiol, Marcelo, Arbeloa, Mahamadou Diarra, Khedira, Lass Diarra, Xabi Alonso, Granero, Pedro León, Di María, Özil, Cristiano Ronaldo, Benzema e Higuain.
Árbitro: Iturralde González (Colegio Vasco).
Estadio y Hora: Camp Nou. 21.00 horas (Canal+Liga y GolTV).
Si a un magnate se le ocurriera comprar a los titulares de uno y otro equipo, debería pagar unos 4.000 millones