coincidiendo con la llegada al liderato del Deportivo Alavés la jornada anterior, y sin tiempo para saborear el acontecimiento, el destino nos deparaba que la primera visita con los galones de líder fuera a casa del anterior inquilino en el primer puesto de la clasificación. Lo que se advertía de los encuentros disputados en los últimos años era que tanto los resultados entre el Deportivo Alavés y el equipo armero como la estructura general de ambos equipos (se han intercambiado jugadores, entrenador y secretario técnico), han sido semejantes. Incluso el descenso de categoría les sobrevino la misma temporada. También los números globales que presentaban ambos conjuntos esta temporada eran casi calcados. Por tanto, el encuentro, a priori, se presentaba de lo más apasionante ya que se enfrentaban, supuestamente, los dos mejores equipos del grupo, si a la clasificación liguera nos ateníamos. Pero el encuentro fue tedioso y aburrido (o sea, un muermo) en el primer periodo. El muermo es, según nos indica la RAE, una enfermedad que afecta a los caballos y que puede transmitirse a los seres humanos. Al menos sí que afecta a los alavesistas en bastantes ocasiones. Ayer, durante el primer periodo, fue una de ellas ya que los futbolistas estuvieron aquejados de ese mal. Desgraciadamente, al Deportivo Alavés le costó muchos minutos despertar. Tantos como treinta. Hasta entonces se vieron superados en todo momento por un Eibar mucho más centrado en el juego. Antes de jugar el partido todos los participantes sabían cómo había que jugarle a sus adversarios, pero una cosa es la teoría y otra la práctica. Había que tener una gran concentración en las jugadas de estrategia por esa idea de que el campo es pequeño, que el portero tuviera un gran día, que tácticamente te saliera todo bien en el aspecto defensivo, y además de juntar todas estas cosas había que esperar que el árbitro tuviera su día. O que los delanteros armeros no estuvieran al cien por cien. Pues sucedió todo lo contrario. Para el minuto once ya estaban por detrás en el marcador tras una acción en la que los albiazules se quedaron mirando al árbitro a ver si pitaba una falta en el centro del campo. Por el contrario, el delantero rival se aprovechó de las facilidades albiazules y consiguió un gran gol.
En cambio, el comienzo de la segunda parte fue todo lo contrario. En la caseta les cambiaron las pilas y el equipo salió mucho más concentrado, no parecían los mismos, y a los tres minutos ya habían empatado. A partir de ese instante, el partido entre el líder y el segundo clasificado cumplió con todas las expectativas. Lo que quedó claro es que son dos equipos con un potencial parecido. El Alavés afrontó un compromiso ante un adversario de su nivel y llegó a Ipurua tras un inicio de temporada tan consistente como el del guipuzcoano. Pero en los últimos minutos Gascón desniveló un encuentro igualado en otra jugada polémica en la que se sucedieron un cúmulo de errores arbitrales. Al final, triste derrota y acordándose de por qué se tiraron tantos minutos a la basura en la primera parte. Con solo un punto de diferencia, los albiazules necesitaban sumar esta jornada para dar tranquilidad y estabilidad al liderato. Pero no pudo ser. Este era un partido entre iguales y el ganador ha salido muy reforzado de cara al futuro.