ETAPA

M. Cavendish (HTC-Columbia)4h.50:18

Thor Hushovd (Cervélo)m.t.

Daniele Bennati (Liquigas)m.t.

GENERAL

1º I. Antón (Euskaltel-Euskadi)56h.28:03

Vincenzo Nibali (Liquigas)a 45""

Xavier Tondo (Cervélo)a 1:04

La etapa de hoy, 14ª: El pant.

BURGOS. "A Igor le vienen bien todas las montañas, cuanto más duras, mejor". Las del norte. Hoy, mañana y pasado. Territorio Antón. Lo tiene que decir Gorka Gerrikagoitia, que guía a Antón con clarividencia hacia una victoria histórica en la Vuelta. Porque el líder que amanece en Rincón de Soto sigue siendo el chico prudente de siempre que destroza a sus rivales en Pal, la primera montaña, en una subida antológica e inteligentísima, regulando, de menos a más, frío y ganador, y al llegar a meta, el estrago a su espalda, líder de nuevo, le cuesta un mundo y un sonrojo reconocer que está aquí para ganar la Vuelta, que le acompaña la fuerza, la mejor forma de su vida, la frescura y el aplomo de los hombres a los que la vida les ha zarandeado, han sobrevivido y son más fuertes.

"Día a día", dice bajo el cielo de los Pirineos Antón cuando le preguntan si se ve ganando la Vuelta. "Día a día", cuando le hablan de las tres etapas que desde hoy y hasta el domingo le ofrecen la oportunidad de distanciar a sus rivales y sentenciar la carrera antes de la temida crono de Peñafiel. Peña Cabarga -hoy-, Lagos de Covadonga y Cotobello aguardan. En Burgos. "Primero, hoy", ruega el vizcaíno. Etapa llana. Viento y tensión. Es lo que más teme Euskaltel.

Tiene su motivo: el final feroz por las rectas eternas antes de entrar en Burgos. No sopla el viento. Un alivio. Pero no merma la angustia. Frenazos, cortes, bandazos, una rotonda, motos en medio? Y una curva imposible dentro del último kilómetro de 90º. Una escuadra. De ahí salió el Columbia en tromba. Y Cavendish a rueda. Un triunfo cantado. Y bailado. El británico, señal de superioridad y soberbia, entró dando un brinco. Vuela. Levita. Y los demás resoplando. Entre ellos Antón, arropados por sus fieles muchachos, intacto y líder, no cómo Carlos Sastre, rebozado en el grijo de un pueblo sin nombre pero entero y dispuesto a atacar. No se rinde el abulense en Burgos, donde acabó hoy y empezó mañana. Ya puede hablar Antón.

Atacar con cabeza De la montaña, su territorio, el escenario que le ha dado jerarquía en el ciclismo y en la Vuelta. Va de rojo. Primero. "Por lo que hay otra gente que necesita atacar", se defiende Gerrikagoitia, sabedor de que a algunos les vales con resistir. A Nibali, por ejemplo, ambicioso y duro, buen escalador y mejor contrarrelojista -"la crono de Peñafiel es perfecta para mí", anuncia-, que está a sólo 45 segundos de Antón. Es el rival más temible, al que todos citan, incluso Contador, como favorito a ganar la Vuelta, lo que hace que el vizcaino, que vive en su burbuja, hermético, ajeno al revuelo que le puede desestabilizar, masticando con una naturalidad asombrosa e impensable el peso inherente a su liderazgo, haga una mueca de desinterés, cite a medio pelotón como rivales y diga que nada le asusta. "Si acaso", matiza, "me preocupan las situaciones de carrera que se puedan dar y el nerviosismo que ello me pueda generar. Aunque ya he demostrado que sé correr frío, que no soy inexperto porque los años que llevo corriendo y viviendo, muchos al lado de Samuel, me han curtido".

También dice Antón -que ahora que encandila al público por sus exhibiciones y su humildad baja el último del autobús para que no le acosen y sale zumbando para que no le cierren el control de firmas- que no atiende la llamada de los exaltados que le piden un ataque portentoso y alocado para aniquilar a sus rivales conservadores y sabios (está Nibali, pero también el viejo Bruseghin y Urán, agazapados como buitres).

"No me quiero emocionar", concede; "pero eso no quiere decir que no mire con optimismo a las tres etapas que vienen. Tengo ganas. Sacar tiempo sería lo ideal, claro, pero hay que hacer las cosas con cabeza. Atacaré, claro que atacaré, o, al menos lo intentaré, pero si puedo y la situación lo permite".

Mosquera, el aliado Precipitarse sería fatal. "Mejor ir sacando tiempo poco a poco", piensan en Euskaltel. Prudencia. Temple. Las carreras se ganan con la cabeza y se pierden con el corazón. El de Antón lo embrida desde el coche Gerrikagoitia con maestría. Lo hizo en Xorret y lo hizo en Pal. Funcionó. El de Ezequiel Mosquera, el gallego que hizo añicos el pelotón en Pal con un ataque que duró cinco kilómetros, un latigazo descomunal y sostenido, lo enciende Álvaro Pino. "Sigue, sigue", le berreaba el director del Xacobeo en Pal. "Sigue, sigue", le incita ahora que llega la montaña para que ataque sin descanso como único camino hacia el podio.

"Tengo que arrancar, no me queda otra solución para estar arriba", confiesa Mosquera, ciclista de septiembre, el mes en el que más luce desde que Óscar Guerrero le rescatara del ciclismo portugués cuando ya tenía 31 años, lo que le hace ahora, con 35, sentirse tremendamente joven, pleno de ilusión, lleno de vida para lanzarse montaña arriba sin reparar en el riesgo. "Voy a atacar todo lo que pueda", anuncia valeroso; "no para desbancar a Antón, que va como un tiro y nadie le puede hacer sombra, sino para buscar el podio, para dejar atrás a Nibali, a Tondo, a Bruseghin o a Plaza, que son mi amenaza y la de Antón para la crono. A Valdepeñas tenemos que llegar con más de tres minutos, si no?".

Si no, se los comerá Nibali. El tiburón. Tan buen contrarrelojista como escalador. Aguantó a Basso en el Mortirolo. Y luego tiró de él en el llano hasta Aprica para llevarle hasta la maglia rosa de Arroyo. Asusta. O Tondo, que nunca ha acabado una grande, pero del que nadie se fía aunque él insista en hablar de Sastre rindiéndole pleitesía.

"Empieza la Vuelta, lo serio", alerta el catalán. Hoy, en Peña Cabarga, el mirador de Santander, seis kilómetros descomunales, 9% de media, y estrechos coronados por el monumento al Indiano y el repetidor de televisión, "el pirulí"; mañana con la llegada a Lagos de Covadonga que descubrió Marino en 1983; y el lunes con la etapa reina, un martirio que incluye San Lorenzo, largo y duro, La Cobertoria, largo y duro, y, largo y duro también, Cotobello, la montaña barrenada de antiguas minas en cuyas oficinas hay un bar que regenta José. Allí reposa el pulso con una Coca-Cola Samuel Sánchez, que perfila sus piernas en ese puerto. Lo hizo antes de ganar los Juegos Olímpicos. Y antes del pasado Tour. Hacia allí corre ahora Antón. De montaña en montaña. Su territorio.