ESPAÑA Rubio (8), Llull (3), Rudy (19), Garbajosa (9), Gasol (4) -cinco inicial-, López, Reyes (8), Mumbrú (8), Vázquez (19), Claver (5) y San Emeterio (6).

CANADÁ Anderson (8), Brown, Kendall (7), Doornekamp (2), Anthony (4) -cinco inicial-, Olynyk (14), Bell (5), Bucknor (7), Sacre (8) y Shepherd (12).

Parciales 28-17, 14-20, 21-11 y 26-19.

Árbitros Aylen (AUS), Ryzhyk (UCR) y Fernández (ARG). Sin eliminados.

Pabellón Izmir Halpakinar Sports Hall. 1.855 espectadores.

Sergio Scariolo tiene por delante tres días de duro trabajo anímico para preparar a un equipo bastante descompuesto de cara al primer tie break del Mundial. El técnico italiano, emperrado en hundirse de la mano de los oficiales de su barco, pudo comprobar ayer, en el último encuentro de la primera fase, que en el banquillo dispone de alternativas válidas para corregir la travesía a la deriva que parecía llevar el equipo desde su inesperado y calamitoso primer traspiés ante Francia. España ganó a Canadá. Lo hizo con mucho menor lustre del que muestra el marcador final, pero al menos recobró parte de las buenas vibraciones que este equipo había destilado durante un lustro teñido de éxitos.

En un duelo en el que el equipo español careció de su principal argumento ofensivo -Navarro se reservó por precaución-, la solidaridad cristalizó en baloncesto. Falta un largo trecho por recorrer, y muchas taras que corregir, pero la imagen de colectivo que en algunas fases del encuentro ofreció invita a moderar el pesimismo que se cierne sobre un combinado llamado a medirse en cuartos con uno de los rivales más duros del torneo.

Los ingredientes con los que España reencontró su dignidad no coinciden con los que Scariolo había escrito en el prospecto. El encuentro de ayer sirvió para constatar varias realidades, para discernir entre trigo y paja dentro de un grupo que, con las significativas ausencias de Calderón y Pau Gasol, no anda sobrado de referencias, ni de confianza.

De esto segundo quedó constancia en la primera mitad de un partido en el que un equipo que no ha logrado un solo triunfo en Turquía volvió a tratar de tú al campeón del mundo. Con Ricky, que fue adquiriendo el tono con el paso de los minutos, incapaz de marcar el paso y dirigir con cierta cordura los ataques estáticos, muchas de las jugadas acababan con triples mal seleccionados, y poco acertados, que permitieron a los canadienses mantener con vida el partido hasta el ecuador (42-37).

eléctrico rudy Ante la ausencia de Navarro, y la constatación de que Sergio Llull ha llegado al torneo bastante bajo de forma -como Raúl López-, un Rudy Fernández mucho más entonado que en anteriores encuentros tomó las riendas para evitar que las dudas volvieran a invadir el banquillo español. El descaro del mallorquín contagió al resto, Scariolo, contra su costumbre, se atrevió a conceder mayor protagonismo a los menos habituales y llegó la catarsis.

Fran Vázquez volvió a mandarle un recado a Scariolo. Sus 19 puntos, de nuevo sin fallo en el lanzamiento, su intimidación (5 tapones) y su capacidad para rebotear bajo (o más bien sobre) el aro rival estrangularon cualquier esperanza de remontada de los canadienses, despejaron el camino y permitieron que España abriera brecha en el marcador a base de contragolpes. Para cuando el equipo norteamericano quiso darse cuenta, el encuentro estaba resuelto (63-48, al término del tercer cuarto).

Entonces volvieron las risas, los gestos de complicidad y el banquillo dejó de parecer un velatorio. Los últimos diez minutos, en los que Vázquez se lució con otros diez puntos y el equipo jugó a placer, tuvieron un efecto balsámico en un grupo que, como reconoció Scariolo, estaba atenazado por la presión. La duda estriba ahora en saber si esta nueva dinámica de confianza sobrevive a tres días de parón, viaje a Estambul y hotel y si el preparador transalpino, que ayer debió de sacar muchas conclusiones, se atreve a hacer lo que debe en el cruce de octavos. Ya no hay más ensayos. De su valentía depende el futuro de la defensora del título.