vitoria El pedestal de hace cuatro años, el podio final, Italia, campeona, y Francia, subcampeona, es unafilfa en Sudáfrica después de la hecatombe de ambas potencias futbolísticas, despellejadas en primera ronda de manera inapelable. Rodeada por selecciones de escaso rango, no merecieron mejor suerte ni italianos ni franceses, que ofrecieron un penoso espectáculo, cada uno con su estilo, pero que en ambos países han calificado como vergonzantes actuaciones. "Italia ¡Qué vergüenza!" es el titular del diario deportivo Corriere dello Sport". Similar es la definición de La Gazzetta dello Sport, que rezaba "A casa con vergüenza", mientras el rotativo turinés Tuttosport señalaba a Marcelo Lippi, "Es culpa tuya", sobre una fotografía del preparador italiano.

Si a los transalpinos les venció la escasez de fútbol, la ausencia de luminarias capaces de desatascar su reumática propuesta, y las cosas que rodean el perímetro del fútbol, como un relevo generacional suficientemente cualificado; a los franceses les pudo el Gran Hermano, el canibalismo, un visionario astral como Domenech, un entrenador sin crédito antes de iniciar la competición, y el espíritu cainita de unos jugadores malencarados, indisciplinados, peor avenidos, infantiles al extremo y enredados en una brutal lucha de clanes con amotinamientos, amenazas, chivatos y traidores.

Los bleus, a los que no les quedó ni rastro de dignidad -sus actuaciones en medio de la desgana, de la falta de compromiso, fueron simplemente deleznables-, emprendieron la huida vacacional a su llegada a Francia para evitar la reprimenda de sus compatriotas y el sonrojo que causaron a su afición. De hecho, hasta Nicolás Sarkozy, presidente galo, llamó a capítulo a Henry, como capitán del combinado francés, para pedirle explicaciones y mostrar su descontento con la actuación del equipo, de lo más aberrante que se recuerda por lo impropio del comportamiento de un grupo de profesionales que se alimentaron mutuamente en las ciénagas.

En Italia también asomó la política, y Roberto Calderoli, representante de la Liga Norte, declaró: "Qué vergüenza. Son simplemente ridículos. Se les pagan millones y tienen las piernas de gelatina. Con esta derrota se concluye de forma indecorosa este vía crucis de la selección, cuyo epílogo era obvio". Y es que son numerosas la voces que en Italia señalan como mal de la nazionale al propio calcio. "Italia es esto", resumía Buffon, epítome del fútbol italiano y autorizada opinión del vestuario. El estado de salud italiano es crítico a pesar del triunfo del Inter de Milán en la Liga de Campeones. En aquel equipo no actuó ni un solo futbolista italiano, salvo la aparición a modo de souvenir de Materazzi en los minutos de la basura. En los medios italianos critican, además, que el esqueleto de la selección sea la Juventus de Turín, séptimo clasificado en la Serie A.