NO sé si en Suiza hay osos y si los hay supongo que serán neutrales. Aquí los hay y en el Pirineo los persiguen. Algunos buscan su piel. Y otros quieren venderlos antes de cazarlos. Ahora llegarán los agoreros. Ya nos podemos ir, no hay nada que hacer, jugamos como nunca y perdemos como siempre y los habituales tópicos tras una inesperada derrota. Tampoco es eso. Ni se debe vender la piel del oso antes de cazarlo ni por esta derrota hay que renunciar al Mundial. Quedan dos partidos, ante Honduras y Chile y supongo que si el objetivo es el Mundial, son dos partidos que se pueden ganar.
Hay un sentimiento generalizado de frustración y con razón, porque no es verdad que ganando los dos partidos que quedan España se clasifica. No, hay que hacer números y ganar a Chile por dos goles por ejemplo para prever un triple empate. Se han complicado las cosas y ahora, además de jugar y ganar, hay que hacer números.
El partido en sí no me pareció malo. Es difícil jugar cuando uno de los dos equipos cambia el césped por el frontón pero no por ello deja de tener legitimidad el triunfo helvético. Si un equipo quiere ser campeón y parte como favorito debe tener preparadas soluciones para situaciones de defensas muy replegadas. España tuvo soluciones tardías. La primera parte pasó con buena circulación de balón pero sin grandes ocasiones excepto una de Piqué. Casillas apenas intervino. Pero el estilo hacía prever que la segunda parte iba a ser complicada. Tardó Navas en salir y ante la muralla suiza se suponía que necesitaríamos un ariete. Me acordé de Llorente. Salió Pedro. ¿Algo de superstición porque el jugador blaugrana siempre marca en los momentos claves? Tácticamente podría ser mejor solución ver a Fernando Llorente de referencia que a Piqué, porque el central catalán terminó de delantero centro.
Torres estuvo activo, supo vivir en el límite del fuera de juego pero asomó algunos desajustes rehabilitadores de su lesión, aunque quien más desdibujado estuvo fue Villa. El asturiano no supo escapar de la vigilancia de los centrales rivales y a pesar de la lesión de Senderos, Von Berger, el sustituto, también lo supo sujetar. Iniesta fue quien más lo intentó pero se le veía con el freno de mano puesto. Tenía el corazón en el balón pero la cabeza la tenía más en el semimembranoso de los isquiotibiales, chutaba como encogido y sus cambios de ritmo nunca fueron bruscos. Demasiada prudencia para poder sorprender.
Y un último apunte táctico. Me gustó mucho más un centro del campo con Xabi Alonso y Xavi que con Xabi y Busquets. Cuando su compañero Sergio fue cambiado Xavi se liberó, retrasó unos metros su posición y las aperturas a bandas mejoraron el juego, sobre todo en la banda derecha con las acciones de Navas. Para ganar un Campeonato del Mundo hay que jugar bien y además tener fortuna. Y ayer el chocolate suizo se nos derritió en las manos.