Vitoria. Raymond Domenech vive enfadado con el mundo, los jugadores andan a la gresca con el Gobierno de su país, Thierry Henry deambula triste por Sudáfrica porque considera que su estatus de estrella no se respeta, Yoann Gourcuff, el denominado nuevo Zidane, sólo habla con Jeremy Toulalan, Florent Malouda no se siente querido ni comprendido por el seleccionador, Franck Ribery se encuentra en el centro de las críticas por su supuesta falta de liderato, la afición pita a su propio combinado a la espera de que Laurent Blanc aterrice en el banquillo cuando acabe el Mundial... Francia es un polvorín, una selección cuyas constantes vitales se encuentran bajo mínimos en los últimos tiempos y en la que las polémicas y declaraciones altisonantes se suceden prácticamente a diario. Las aguas bajan turbias en el combinado galo, más aún después del empate del estreno ante Uruguay, y la situación podría estallar esta noche si los bleus no ganan a México, ya que su pase a octavos de final se complicaría sobremanera.
A día de hoy es Domenech el centro de la mayoría de las críticas. Su carácter arisco, su mala relación con los periodistas -hace varios días exigió en una rueda de prensa que las preguntas fueran rápidas porque tenía hambre- y sus rarezas -ha reconocido en más de una ocasión que se fía de la astrología y de los horóscopos a la hora de confeccionar las convocatorias y alineaciones- le han convertido en el enemigo público número uno de una hinchada que ya ha olvidado que fue él quien dirigió al equipo que alcanzó la final del Mundial de 2006 y prefiere echarle en cara la eliminación a las primeras de cambio en la última Eurocopa y la agonía para ganar el billete para Sudáfrica.
Además, la relación del seleccionador con algunos de sus jugadores parece que tampoco es la mejor. William Gallas anda con la mosca detrás de la oreja después de haber perdido la capitanía y los medios de comunicación franceses aseguraban recientemente que Domenech convocó a Henry sólo después de que el jugador del Barcelona asumiera que iba a ser suplente, aunque parece que hoy saldrá en el once inicial después de la inoperancia ofensiva de su equipo ante Uruguay. Su relación con Malouda y Ribery tampoco es demasiado fluida. Antes del duelo ante la selección sudamericana, Domenech ofreció al jugador del Chelsea alinearse como medio defensivo, a lo que éste respondió con un claro "yo soy un atacante". Como consecuencia, Malouda asistió al arranque del partido sentado en el banquillo. El técnico también pidió al centrocampista del Bayern Munich que jugara en la banda derecha para hacer sitio, precisamente, a Malouda, pero recibió una negativa por respuesta.
La última trifulca que ha golpeado a la selección gala ha sido la protagonizada por el prometedor Yoann Gourcuff. Según L"Equipe, en el vestuario existe un problema de celos entre el joven centrocampista y Ribery y Anelka. Tampoco el jugador del Girondins ayuda demasiado a que la convivencia sea tranquila. "Nunca he oído su voz. Para charlar con Gourcuff se debe hablar con Jeremy Toulalan. Sólo se lo ve reírse con él", denunció hace poco Patrice Evra, capitán de la selección, que además confirmó que su compañero realiza los ejercicios de calentamiento en absoluta soledad.
El mal ambiente que se vive en la concentración francesa también ha afectado al sector político, después de que el Gobierno criticara el excesivo lujo del complejo hotelero en el que se hospeda la selección. Como venganza, los jugadores se negaron a acompañar a la ministra francesa Rama Yade en su visita oficial a un barrio de Knysna, localidad en la que tiene su centro de operaciones el polvorín galo.