JOHANNESBURGO. La jugada clave de un partido sin apenas acciones decisivas fue la mano de Kuzmanovic que supuso el penalti en una acción mitad ingenua y mitad intencionada, pero en la que el asistente confirmó al árbitro que la mano se había producido.

En ese momento y a pesar de que Serbia jugaba con un hombre menos, el partido no estaba decantado hacia el equipo africano, por lo que fue esta acción lo que lo decidió.

La primera parte del encuentro fue muy trabada, con muchas faltas, muchas precauciones por parte de ambos equipos y muy pocas aproximaciones claras a la portería de el equipo rival por parte de ambos conjuntos.

Ghana demostró un poco más de movilidad que el equipo serbio, mientras que este conjunto era más consistente, aunque buscó sus opciones de ataque casi siempre en jugadas a balón parado, de las que no sacó rendimiento alguno.

Poco cambió el choque tras el descanso, ya que la mayor fluidez de juego del equipo africano era insuficiente como para poner el peligro la portería serbia, equipo cuyos jugadores se mostraron muy intensos, pero sin llegar a la meta rival.

Era un partido denso, con pocas aproximaciones a las porterías y todo hacía pensar en que sólo una sorpresa impediría el resultado final de empate.

Al cuarto de hora de la segunda mitad, se produjo la jugada más clara del partido en un cabezazo Gyan al poste de la meta serbia, poco después de una ocasión malograda por Zigic en el remate para el equipo europeo.

Fue un espejismo, el partido se volvió tan aburrido y sin ritmo como había sido desde e inicio, hasta que la expulsión del serbio Lukovic en el minuto 74 supuso un pequeño cambio en el ritmo del encuentro, puesto que a Serbia le valía con no perder y Ghana debía tratar de ganar.

Sin embargo, con un hombre menos, Krasic tuvo la oportunidad más clara para los balcánicos, pero a continuación una clara mano de Kuzmanovic dentro del área provocó el penalti que transformó Gyan, quien en el último minuto, envió un balón al poste de la meta serbia.