En los últimos años el mundo del deporte está muy concienciado a la hora de luchar contra problemas como el racismo, pero parece que ha dejado un tanto de lado la batalla contra la homofobia.
Es cierto que, mientras en el racismo ha habido una gran intervención por parte de los diferentes actores y se ha avanzado mucho a la hora de combatirlo, en el deporte todavía no se han puesto las pilas y no hemos llegado a ese nivel, por lo que habitualmente se usa la homofobia para atacar la dignidad de las personas de manera altruista y sin ningún tipo de base. Hay una homofobia tan bestia y tan impune en esta sociedad que por eso no es casual que en el deporte haya futbolistas o deportistas en general que no se deciden a manifestar su homosexualidad públicamente. Hay que luchar contra expresiones como la que dijo Jesús Gil sobre un árbitro: No es que sea un mariquita, es un maricón, porque sé de buena tinta que después del partido le buscarán un niño rubio con ojos azules.
¿Considera entonces que los insultos que cada jornada se lanzan desde las gradas de los estadios deberían también ser sancionados con dureza como medida de castigo?
Totalmente. Sería de justicia y es un paso que me sorprende que aún no se haya dado. En alguna ocasión se ha sancionado a los deportistas que han lanzado algún comentario de ese tipo. Cuando Bernd Schuster era entrenador del Getafe fue expulsado tras decir mira lo que pita ese maricón desde el banquillo. O Miguel Ángel Lotina, entrenador del Deportivo de La Coruña, que perdió los nervios en una rueda de prensa y dijo yo también puedo decir que éste es maricón, pero tengo que demostrarlo. Ser maricón en la actualidad es un chollo. Ha habido sanciones puntuales, pero todavía no se ha apuntado directamente a las aficiones, cuyos gritos homófobos se pasan por alto y, en cambio, sí reciben castigos cuando son de tinte racista. Creo que es algo en lo que se debería hacer hincapié cuanto antes.
¿Tan difícil resulta incluso hoy en día que un deportista de élite confiese su homosexualidad?
El problema es que el deporte es uno de los ámbitos en el que lo tienen más difícil porque están sometidos a mayor presión. Cuando algunos deportistas de élite se han declarado gays o lesbianas han tenido consecuencias en su carrera deportiva, como Martina Navratilova, a la que retiraron un montón de patrocinadores. Por eso no hay ningún futbolista de Primera División, no sólo española sino de ninguna otra competición de Europa, que se declare abiertamente gay.
Entiendo que también debe ser más complicado hacerlo público para aquellos que practican un deporte colectivo y deben convivir con otros compañeros.
Sí, sobre todo porque en los deportes de equipo hay más contacto físico entre los mismos deportistas, y un gay o una lesbiana en un equipo de baloncesto o de fútbol, cuando celebran un gol o una canasta abrazándose a sus compañeros pueden generar voces que digan: Mira cómo se aprovecha" y ese tipo de expresiones. Pero la realidad es que tampoco han salido demasiados deportistas de deportes individuales de élite como la Fórmula Uno o el tenis que se manifiesten como gays o lesbianas de manera natural.
¿Las soluciones deben surgir también desde la instituciones?
Los gobiernos son un actor importante y deben realizar políticas activas en favor de la integración. Aunque también es cierto que fruto de esta homofobia han nacido clubes específicos de deportistas gays y lesbianas, que quieren sentirse cómodos y no tener que soportar algunas actitudes y gritos en el campo. Además, aquí en Cataluña están funcionando muy bien y también se han extendido a Euskadi y otros territorios. Incluso hay una federación europea de estos clubes que hacen enfrentamientos entre ellos, como si fuera una Copa de la UEFA.
¿Y no es ésa, del alguna forma, también una manera de exclusión o de evitar la integración?
No son un territorio exclusivo de gays o lesbianas. Aceptan a todo tipo de personas. Lo que pasa es que algunas veces una persona gay se siente más cómoda así, pero por ejemplo en el colectivo de aquí, en Cataluña, conocido como las panteres grogues, tienen en sus equipos gente que no es lesbiana ni gay.
¿Cuándo cree que llegará el día en el que un futbolista de Primera División, por ejemplo, admita su homosexualidad?
La sociedad nos demuestra que hay entre un diez y un quince por ciento de personas gays o lesbianas. ¿Alguien cree que no hay ningún gay en el fútbol español? Es imposible. El problema que tienen es que deben llevar una doble vida. Son deportistas perseguidos por la prensa y no pueden ir a según qué locales. Se tienen que esconder y eso es muy incómodo, llevándoles a problemas personales y psicológicos. Tal vez, si uno diera el primer paso, para el resto sería más fácil.