LA final de ayer fue diferente. Lo fue por sus protagonistas,por desarrollarse en medio de un ambiente más frío de lo habitualy por enfrentar en la misma proporción a pelotaris de ambos ladosde la muga. Durante hora y media aficionados de ambos lados delBidasoa libraron una batalla paralela en las gradas del Oguetagasteiztarra dejándose las palmas y las gargantas, en euskera,castellano y francés. Tras un inicio sosegado los pelotaris encendierona sus fieles, que comenzaron su particular contienda. Y ya conel marcador a 22 y las txapelas caladas terminaron todos juntosbrindando al son de Xalbadorren heriotzean en la barra del frontónvitoriano.

Si hubo una pareja ganadora en esa batalla paralela que se librabaen las sillas del Ogueta, ésa fue la formada por Xala y Zubieta,que ayer hicieron doblete. Y es que, aunque la final comenzócon un ambiente un tanto gélido, con menos humo y bullicio delo habitual, a medida que el partido avanzó las gradas se fueronanimando, sobre todo en favor de los de azul. Xala y Zubietafueron los principales instigadores y los aficionador sakanarraslos que lograron desequilibrar el bullicioso combate.

Ni siquiera el centenar largo de aficionados de la peña guipuzcoanaAritz Laskurain Lagunartea pudieron imponerse desde el rebote.Ayer ganaba el dialecto guipuzcoano, el que se habla en EtxarriAranatz. Los aficionados navarros se encargaron de encender aAitor Zubieta, tras el flojo inicio del gigante sakanarra. Cuandose entonó le llevaron en volandas hacia su primera txapela. Yen el último tanto se abalanzaron sobre el joven pelotari navarro.

El propio Zubieta quiso tener unas palabras para ellos al términodel encuentro: "No puedo quejarme. Llevan todo el campeonatoapoyándome y en la final ha sido alucinante. No sé si me losmerezco y, desde luego, esta txapela también es para ellos".A su lado, en la improvisada sala de prensa del Ogueta, Xaladebía de pensar lo mismo. Él también recibió el calor, de lossuyos, llegados desde Lekuine, pero también el de los efusivosaficionados navarros que cantaban eso de "Xala-la-la-la-la Zubieta".

Cuando Laskurain y Sebas se rebelaban contra los elementos susrespectivas aficiones también se encendían. Entonces se escuchabael dialecto occidental -el de Soraluze- y el marcadísimo acentode los aficionados venidos de Askain. Emoixok Lasku, Allez Sebas,eutsi", decían. Pero fueron momentos puntuales: tras un terriblegancho de Gonzalez en el 11º tanto o en la última muestra deresistencia de los colorados. Ayer era el día de Xala y Zubieta.

En lo más alto del Ogueta, Peio Inda, venido junto a su familiadesde Askain, mantenía su particular lucha contra la dictaduraazul. No tiraba la toalla. "Aupa gorriak!", se desgañitaba conesa peculiar forma de pronunciar las erres. Hacía aspavientos.Pero no había manera. A medida que avanza el partido se va dandocuenta de que no es el día de los suyos, se va apagando.

Mientras, una horda de los más encendidos de entre los efusivosseguidores de Zubieta toma las escaleras y desciende hasta lazona más próxima a la cancha. Son de la cuadrilla de Zubieta.Xala hace una dejada al txoko. Sebas no llega. Los aficionadosse abalanzan sobre el de Etxarri Aranatz. Después avasallan tambiéna Xala.

Es el premio, han ganado la batalla. Entre los aficionados llegadosdesde Askain y Soraluze predominan las caras de resignación."Otra vez será", deben pensar. Al final, un cuarto de hora despuésde la última dejada del zurdo de Lekuine, se empieza a escucharuna melodía en la barra del Ogueta. Es Xalbadorren heriotzean,de Xabier Lete, una especie de elegía autóctona. Cantan todos.La batalla ha terminado.