LA sociedad inglesa, con sus potentes medios de comunicación al frente, llevaban toda la semana expectantes sobre un acto protocolario cargado de morbo: en un segundo interminable Wayne Bridge tuvo la oportunidad y tiempo suficientes para gritar a su ex compañero, sin decir nada, que es un vil traidor, y restregarle además toda su animadversión por haberle puesto los cuernos con Vanessa Perrocel, la madre de su hijo, cuando ambos futbolistas compartían gran amistad y camaradería tanto dentro y fuera del vestuario del Chelsea. Amistad que también mantenían sus respectivas mujeres.
Ayer el Chelsea, líder de la Premier y cuya capitanía ejerce John Terry, se enfrentó al Manchester City, actual equipo de Wayne Bridge. Antes de iniciarse el choque, y como es habitual en la liga inglesa, los jugadores de ambos equipos se dan la mano. Cuando Wayne llegó a la altura de John, conectó visualmente con él, lanzó una mirada desafiante a sus ojos y rechazó corresponder al saludo con su rival.
Toda una puesta en escena perfectamente estudiada y calculada, no en vano estaba cargada de simbolismo y con toda la sociedad británica pendiente de cualquier gesto.
Sus compañeros del Manchester City completaron la venganza de Bridges con una victoria en el estadio del potente equipo del magnate ruso Abramovich que, además de ser clara (2-4) y selecta, pone el rojo vivo la lucha por el título liguero.
El defensa central del Chelsea fue jaleado por los suyos, pero jugó un flojo partido, probablemente afectado por la situación. La derrota en Stamford Bridge impide además que el conjunto londinense se despegue en la cabeza de la Premier, que aún lidera con sólo un punto de ventaja sobre el Manchester United tras disputar ambos sus partidos de la vigésimo octava jornada. El triunfo le permite al City consolidar sus aspiraciones lograr la cuarta plaza clasificatoria, en una dura disputa con el Liverpool, y seguir aspirando a jugar por primera vez en su historia la Liga de Campeones.
El argentino Tévez y Craig Bellamy anotaron dos goles cada uno para el City. Lampard abrió el marcador del partido con el primer gol de la tarde y también lo cerro, en el minuto 90, cuando la derrota y la venganza de Bridges se habían consolidado.