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Arteta vuelve a sonreír

Arteta vuelve a sonreírDeia

EL Everton, finalista el curso pasado, decía adiós a la Copa ante el Birmingham (1-2) en cuarta ronda. Pero Goodison Park, lejos de llorar la eliminación, sonreía por un futuro prometedor con nombre y apellido: Mikel Arteta (26-3-1982). El donostiarra, que disputó el último cuarto de hora de partido, regresó a los terrenos de juego después de once meses en el ostracismo por culpa de una lesión de ligamentos en la rodilla de la que recayó un par de veces, con infección incluida. Atrás queda casi un año de padecimiento cuya agenda le llevó a rehabilitarse en verano sobre la arena de la playa de Ondarreta mientras en la otra orilla de Liverpool la afición toffee rogaba por su recuperación. Sobre todo, David Moyes, su míster.

El próximo 22 de febrero se cumplirá el aniversario de aquella tarde infausta contra el Newcastle en la que se dañó a los tres minutos en un choque fortuito con el danés Peter Lovenkrands. El diagnóstico, letal: "rotura de ligamento cruzado anterior, con afectación del menisco y ligamento lateral interno. El periodo de baja: seis meses". "Lo ocurrido con él sólo me ha pasado en tres o cuatro ocasiones en los miles de casos que he operado en toda mi carrera", reconocía el doctor Cugat, médico catalán que intervino al futbolista en Barcelona. La fatalidad se cruzó en su camino justo cuando el Everton disfrutaba de días gloriosos, alcanzando la final copera y un puesto europeo al terminar por detrás de los otros cuatro grandes de la Premier. Nadie discutía, sin embargo, que al equipo le faltaba su faro, el guía que le conducía siempre al éxito y que disponía de varias ofertas más jugosas (Atlético y el mismísimo Arsenal, entre otras). De hecho, su ausencia se ha notado en la presente campaña, ya que a sus compañeros les ha costado Dios y ayuda abandonar la zona peligrosa de la tabla. Un ejemplo: Fellaini ha tenido que retrasar metros para ejercer de pivote.

los contratiempos Los planes de Arteta marchaban en agosto según los cauces previstos. Pero en septiembre se produjo el primer revés: notó un pequeño bulto en la rodilla y la artroscopia desveló que era necesario extirparle un pequeño trozo de menisco que se había desprendido. Semanas más tarde se le infectaron los puntos de sutura. "Fue un infierno. Me miraba continuamente la pierna en el espejo, hasta el punto de obsesionarme. Mi mujer me decía: ¿Pero qué haces?", recuerda. La ex Miss y televisiva Lorena Bernal ha sido su principal muleta. Ella, y el nacimiento en junio de su primer hijo, llamado también Mikel. Heinze, con quien coincidió en el PSG; Fernando Torres y Reina, sus rivales reds; Moyes e Iñaki Ibáñez, representante del centrocampista, colaboraron asimismo en el respaldo anímico.

"Soñaba con el día de mi vuelta. Ahora sólo quiero devolverle a la afición del Everton todo el cariño que me ha dado en este tiempo", se sincera Arteta, quien incluso piensa en colgar las botas en la escuadra azul. "Nos quedan cosas pendientes aquí, como ganar un título. Hay muy buena gente alrededor y eso no es fácil de encontrar. Estuve en otros clubes (se crió en el Antiguoko antes de recalar en la cantera del Barcelona y jugar en el filial, en el PSG, Rangers y Real Sociedad), pero el Everton es especial", manifiesta. "Quiero estar a mi nivel para contribuir al grupo, que puede ser muy competitivo", afirmaba ayer, pocas horas después de que el estadio se rindiera a sus pies". La hinchada aguarda a que se haga ya con el timón, a que la brújula funcione a la perfección y su golpeo en acciones de estrategia concluya con el balón en el fondo de la red. El calvario de Mikel llega a su fin mientras Goodison Park, pese a la derrota, degusta un triunfo de mayor calado. La victoria de Mikel.