Vitoria. El mismo Baskonia del que se ha cuestionado todo en este convulso arranque de ejercicio dio ayer un inesperado golpe de efecto en Tel Aviv. El equipo que ha sufrido como un perro para sacar adelante partidos de cualquier índole se doctoró ayer en una de las pistas más complejas del Viejo Continente, donde exhibió casta, compromiso, pundonor, infinidad de alternativas tácticas y unas dosis de acierto apreciadas con cuentagotas hasta la fecha. Una especie de recordatorio de que todavía sigue bien vivo y se puede contar con él para los grandes desafíos. Esta grandiosa victoria en tierras judías, quizá, será el punto de inflexión necesario para variar una dinámica repleta de sobresaltos y hallar la regularidad por la que todo el personal suspira. Más allá de cosechar un éxito que mantiene intactas sus opciones de alcanzar la atalaya de su grupo continental, este famélico Caja Laboral precisaba autoconvencerse a sí mismo de que puede erigirse en un bloque competitivo. Ayer lo consiguió. Antes incluso que su escéptica afición, que temía un año de transición entre tanto parte médico y la inconsistencia de las piezas del nuevo proyecto, él mismo debía cargar el baúl con toneladas de confianza, recuperar viejas sensaciones y darse un festín en una pista donde sólo los valientes pueden sacar pecho. Pues bien, el equipo vitoriano se hizo acreedor al éxito desde el primer minuto. Revolviéndose ante las continuas embestidas locales, partiéndose la cara y saliendo, en definitiva, por la puerta grande de un imponente coliseo que atemoriza al más pintado. tiroteo desde el perímetro Porque el glorioso 82-91 definitivo posee un valor incalculable. No sólo porque el maratoniano vitoriano asegura como mínimo el segundo puesto del lote, sino también porque veladas así rearman anímicamente a cualquier colectivo. Este Caja Laboral merece un voto de confianza y todavía debe incorporar tres piezas de altísimo nivel con las que dará un salto de calidad. Justificar la victoria con el inmaculado acierto exterior (16 triples) tampoco sería justo. Es cierto que English y Teletovic anduvieron tocados por una varita mágica en medio de un ambiente hostil, pero hubo otro puñado de razones por las que el Maccabi entregó la cuchara. En ese sentido, los diferentes planteamientos tácticos de Ivanovic permitieron al equipo hallar respuestas de todo tipo para frenar todas las acometidas hebreas. El Baskonia quiso infundir terror desde el salto inicial. Pese a la limitación de efectivos, su notable irrupción en uno de los santuarios continentales como el Nokia Arena allanó el camino. Aprovechando la enfermiza obsesión de Gershon por minimizar a Splitter, a la postre un actor secundario, el tiroteo exterior no se hizo esperar. Con English y Teletovic como estandartes de este sobrenatural acierto, el partido adquirió unos derroteros inesperados. Las tempraneras faltas de los exteriores obligaron, por una vez, al técnico montenegrino a salirse del guión e innovar. Huérfano de bajitos, concedió durante muchos minutos la alternativa a tres hombres altos. Una apuesta arriesgada pero, a la postre, inevitable que se le atragantó por completo a un inoperante y desbordado Maccabi. Gracias la presencia simultánea de Barac, Teletovic y Eliyahu, que no se dejó llevar ni un ápice por los sentimentalismos, el conjunto vitoriano destapó por primera vez el tarro de las esencias en la presente temporada. Candó la zona con semejante aglomeración de centímetros protegiendo a pecho descubierto el aro y provocó tantos desajustes en la defensa local que el ataque gozó de una fluidez asombrosa. Sólo las continuas concesiones desde el tiro libre alargaron la vida del anfitrión judío, que se agarró a un fino alambre gracias a la efectividad de Eidson y Pnini. Con arrojo, determinación, serenidad y sangre fría, el Baskonia nunca se arrugó. En los momentos más críticos, que los hubo en plena reacción amarilla dentro del último cuarto, aparecieron las manos salvadores de sus francotiradores para asegurar un triunfo de prestigio. Con la inminente vuelta de los lesionados, el futuro ya se ve de otra manera.