El entrenador jefe de baloncesto, pese a tener un cuerpo técnico donde apoyarse y donde encuentra la comprensión que le es esquiva cuando las cosas no pintan bien en otros sectores como prensa, directiva, afición e incluso entre los jugadores , es una persona que siente la más absoluta soledad. A la hora de elegir el quinteto idóneo para cada partido, de realizar rotaciones, de pedir tiempos muertos o expresar sus impresiones se siente en el punto de mira. Una vez finalizado el encuentro, repasa y analiza una y mil veces todo lo acontecido e intenta sacar conclusiones en el sofá de casa de cara a próximos compromisos. El rendimiento de los equipos, injustamente, viene siempre directamente relacionado con el trabajo del entrenador. Si el rendimiento es óptimo, el entrenador es apto. Si es pésimo, el entrenador es prescindible. No nos paramos a pensar qué otros factores pueden estar afectando. En esta profesión, en caso de que no salgan las cosas bien, el currículum no vale de nada. A estas alturas de competición hay entrenadores que han salido reforzados y otros están en el ojo del huracán. Aíto esta viviendo una situación desconocida para él. Su hoja de servicios, el buen hacer del incombustible Jimenez y la gran trayectoria del equipo en Europa le mantienen en el puesto. De todas formas dejar tu futuro en manos de jugadores como Shammond Williams es temerario. Dusko no vive una situación tan diferente. La derrota en Manresa puede hacer que pierda su status de intocable. Vive sus peores momentos de largo en todos los años que lleva en Vitoria. Txus Vidorreta está muy por debajo de lo que se le presuponía. Con el mayor presupuesto de la historia del club le está costando más de lo previsto sacar resultados. El bajo rendimiento de Moss es uno de sus problemas. Otro que no está pasando por un buen momento es Pedro Martínez. Sus grandes encuentros en casa contra los gallitos no son suficiente argumento. El abuelo Morris acusa los minutos de juego y Bellas no es un segundo base de garantías. Luis Guil y su Fuenlabrada fueron la sensación al inicio de temporada demostrando que la marcha de Oleson estaba bien cubierta con Fitch y la irrupción de Batista. Pero ahora pasan por un gran bache de juego y resultados. En el lado contrario y de momento están Plaza, Pascual, Laso, Messina o Ponsarnau, que estan gestionando muy bien sus plantillas. Pero ya sabemos que nada es perenne y menos en el deporte, donde no hay nadie que viva tan rodeado y a la vez tan solitario como el entrenador jefe.