El Coto ha conseguido algo realmente difícil: aumentar el número de botellas que llegan a las vinotecas con la conocida etiqueta del ciervo sin sacrificar un ápice de calidad. El trabajo constante desde su fundación hace más de medio siglo ha situado a esta bodega entre las preferencias de los consumidores. Lo ha logrado siendo el mayor viticultor de La Rioja y apostando, a la vez y de manera obsesiva, por la calidad.
El enólogo y director técnico de El Coto, César Fernández, revela uno de los secretos del éxito de la casa: la bodega destina anualmente por encima de los dos millones de euros a la adquisición de nuevas barricas. Una inversión brutal. La mejor uva ha de descansar en las mejores barricas y, todos los años, cientos de ellas rebasan la edad óptima para mantenerse en servicio aportando matices a los mostos de El Coto. Son sustituidas a pesar del enorme coste.
El adjunto al presidente, Julio Noain, contextualiza esta práctica en la filosofía de la empresa: la constancia en el mantenimiento de la calidad y el compromiso por adquirir los mejores recursos que ofrezcan el mercado y la tecnología.
"El vino se elabora como siempre, partiendo de una buena uva, pero hoy contamos con muchos medios técnicos", dice Noain. Por ejemplo, antiguamente con la uva en la bodega, si la temperatura ambiente subía de 30º centígrados, los procesos se complicaban. Hoy en día, la bodega dispone de depósitos refrigerados. El mayor viticultor de La Rioja exige contar con todo aquello que permita mantener o, incluso, incrementar la calidad de sus vinos.
Sólo así cabe sostener sus vinos entre los que encabezan la lista de preferidos y más consumidos por los amantes del Rioja. Eso a pesar de que la competencia no ha hecho más que crecer exponencialmente. Si en 1950 eran 50 las bodegas que se contaban en Rioja, hoy su número se sitúa en torno a las 500. Y El Coto conserva su posición de privilegio gracias a una cultura de empresa que prima el producto bien hecho y los precios ajustados.
"No hay mejor sumiller que la gente. Todo el mundo sabe si un vino está bueno o no; el consumidor tiene muy claro lo que decide beber", asegura el adjunto a la presidencia de El Coto. Noain se centra en la importancia de la uva y de la tierra, pero concede un papel fundamental a los enólogos. "Los especialistas han conseguido que nuestros vinos mantengan su tipología aunque cambien añadas: el consumidor guarda un recuerdo determinado y lo busca en las botellas de la bodega. Que lo encuentre es importante para nosotros", sostiene el bodeguero.
En 2010 El Coto realizó una apuesta que subraya su carácter: plantó variedades de uva blanca en la finca La Carbonera, en el municipio de Oyón. Se trata del viñedo a mayor altura de La Rioja. Y levantó unas nuevas instalaciones para poder elaborar blancos de calidad en la misma finca, sin someter la fruta trasvases y desplazamientos. "Hemos logrado un éxito importante" , narra el enólogo César Fernández, "con el proceso diferencial de los blancos". Noain remacha con un "lo fundamental es la calidad de la uva, el aporte principal de la tecnología consiste en conseguir que esa calidad no se pierda".
Por eso en El Coto se empecinan años tras año en obtener la mejor uva de sus propios viñedos. Además de algo fundamental: mantener una relación estrecha con los viticultores destacados.