Mucho ha llovido desde que Jean Pinau llegó a La Rioja (hacia 1860), concretamente a la Rioja Alavesa, y exactamente a la localidad de Elciego.
Movido por una oferta de la Diputación que lo convertía en asesor vitícola de la región, animado por el entusiasmo de la familia Hurtado de Amezaga (Herederos del Marqués de Riscal), y probablemente con necesidad de buscar vinos que sustituyeran a los que se elaboraban en Burdeos; región que comenzaba a sufrir un extraño y feroz ataque de un insecto que dejaba improductivos sus viñedos: La Filoxera.
Pinau describió un panorama vitícola un tanto desolador, pero a la vez prometedor. Algo vio en la región que le hizo pensar que el viaje, las largas estancias y el trabajo por desarrollar, iban a merecer la pena.
De esta forma comenzó su labor didáctica. Aquí había "pellejos" donde se guardaba el vino, Pinau dinamizó la crianza en barrica Bordelesa. Aquí, no había conocimientos para dirigir un viñedo hacia la calidad de sus uvas. Pinau importó técnicas de viticultura que, "voilá", mejoraban notablemente la calidad de los vinos.
La enorme labor de este influyente personaje, lamentablemente, se vio interrumpida porque el dichoso insecto viajó por toda Europa, "comiendo" todo viñedo que a su paso encontraba. Una auténtica pandemia agrícola y una devastación absoluta.
Afortunadamente, quedaron las bases del trabajo, unidas a un gran entusiasmo, y fuerte determinación en hacer algo "grande".
A base de años, trabajo, esfuerzo, pasión y estudio, vencimos aquella plaga, y estamos ante una nueva Rioja 2.0, en la que podemos encontrar los mejores vinos del mundo, todavía, algunos de ellos, con precios razonables. Podemos extrapolar esto a nuestros vecinos bodegueros Navarros, que algunos de ellos pertenecen a la D.O Rioja, pero también a otros que se han mantenido adscritos a la D.O Navarra, y con gran tesón están elaborando vinos de alto interés enológico.
Encontramos personas técnicamente muy preparadas, con vinificaciones a sus espaldas en diferentes zonas vinícolas del planeta. Veteranos técnicos y enólogos, que han visto y han sufrido "de todo" (enológicamente hablando), siendo un pozo de sabiduría para afrontar cualquier circunstancia, por complicada que parezca. Quizás no tuvieron la formación que hoy en día disponemos, pero tienen innumerables horas de vuelo. Que cuentan, y mucho. Digamos que hay un cóctel perfecto juventud y experiencia.
También existe una parte B, que ante la insistencia de una parte del sector, se está trabajando para solucionarla. Estamos ante una denominación de origen gigante. 70.000 has de viñedo nos contemplan. Desde el Noroeste hasta el sureste. Ocupando los diferentes valles de este maravilloso recorrido repleto de viñedos e inolvidables paisajes.
Es en este punto donde hay que centrar los esfuerzos de los próximos años. Es necesario clasificar con claridad esta enorme masa vegetal.
Los apellidos Crianza, Reserva, Gran Reserva..., se van quedando obsoletos. Además, responden, fundamentalmente, a un estilo de trabajo en bodega. Al hecho de mantener los vinos mayor o menor tiempo en las barricas y botellas. No debemos concluir, que un vino con larga crianza es superior a otro con crianza más corta. O que un Gran Reserva es el culmen de calidad en un vino de Rioja.
Hay que indicar, con determinación y sin complejos, las diferentes Riojas que existen, hay que informar a un público, ávido de conocimiento, dónde están los grandes suelos de Rioja, y qué zonas tienen una predisposición "natural" para ofrecer grandes vinos. Los bodegueros, técnicos y agricultores saben dónde se encuentran los tesoros. La administración también. Hay que mojarse de una vez por todas, y poner el cascabel al gato. Da pereza, lo sé. Pero es necesario.
Burdeos, a quien siempre miramos, por lo bien que vende sus vinos tiene una superficie de viñedo algo mayor que Rioja (unas 100.000 has). La diferencia es que allí se dan cita 57 Denominaciones de Origen. Unas excelsas, otras correctas y varias mediocres. Aquí seguimos amparados en una sola denominación.
Una estancia del vino en barrica de 1,2, 3... o 20 años, créanme que poco nos aclara.