Toquinho marca el final del Festival de Jazz
El certamen se despide de Mendizorroza en una triple sesión abierta por Dora Morelenbaum y Yamandu Costa
Se acabó. La cuadragésimo octava edición del Festival de Jazz de Gasteiz ya es historia. Un final que en Mendizorroza tuvo como eje fundamental a Toquinho dentro de una triple sesión que abrió Dora Morelenbaum y que continuó Yamandu Costa. Casi sin darse cuenta, el polideportivo cerró cuatro noches consecutivas de perfiles bastante diferentes, una despedida del público de la capital alavesa que también supone poner a cero el contador de cara a 2026.
Todo llegará, que tampoco es cuestión de adelantarse tanto. De momento, hay que quedarse con una clausura que el certamen quiso de manera premeditada que uniese Vitoria con algunos nombres propios de la escena brasileña, cuna de tantos artistas que han sido y son fundamentales para la escena internacional del jazz –algunos de los cuales han pisado el pabellón a lo largo de la ya larga historia del evento– y de otros géneros.
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El inicio doble
De familia musical brasileña puede y debe presumir, sin duda, Dora Morelenbaum, la encargada en esta jornada final de poner todo en marcha entre las paredes de Mendizorroza con la compañía de Guilherme Lirio (guitarra), Guto Wirtti (bajo) y Daniel Conceição (batería). En el marco de la música popular brasileña, desde el pop y desde el jazz, la creadora está de gira presentando su primer disco en solitario, Pique. Desde ese punto de partida, hizo su debut en el veterano certamen.
Sabiendo unir momentos más pausados y delicados con instantes enérgicos y eléctricos, la artista desplegó sus diferentes caras creativas. Tanto con temas propios como con algunas versiones, completó un debut en Vitoria más que interesante, más allá de que hubiera espectadores que se sintieron ajenos a la actuación.
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Después llegó el momento de Yamandu Costa. Estaba previsto que actuase junto al gran protagonista de la noche pero, sin que se conozcan las razones de manera oficial, al final no fue así. En un formato más corto, Costa repitió los argumentos ya mostrados en Vitoria no hace mucho, esa maestría que tiene a la hora de tomar la guitarra.
El broche
Tras el descanso de rigor, Mendizorroza afrontó la recta final de este año con la presencia de Toquinho, que a principios de este mes cumplió los 79. Prolífica y larga es la trayectoria de Antônio Pecci, un camino imposible de atrapar en un único concierto. Sobre las tablas, contó con la colaboración especial de la cantante Camilla Faustino. Completaron el conjunto Dudu Penz (bajo) y Mauro Martins (batería).
Son 60 los años que lleva el cantante, guitarrista y compositor sobre los escenarios, demostrando que es más que el autor de Acuarela, por mucho que sea la canción con la que el público más masivo le identifique. En cierto modo, el concierto quiso ser un guiño a un pasado que sigue presente, a sonidos que marcaron una época pero que no solo no han desaparecido con el paso del tiempo, sino que siguen influenciando y marcando.
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El paso de las hojas del calendario tiene su peso. Por eso es bueno estar bien acompañando sobre las tablas. Con eso y el poso de la experiencia se pueden conseguir muchas cosas, como Toquinho quiso demostrar en su paso por el festival. El público se sumó a la propuesta, demostrando también cercanía y reconocimiento.