“El jazz es uno de los estilos más abiertos que existe y te permite hacer de todo”
El Dazz se reencuentra este jueves con el público de la mano de Iván Ruiz Machado
Habitual de músicos como Ara Malikian, dentro de su apretada agenda el contrabajista cubano Iván Ruiz Machado encuentra a veces tiempo para su propio proyecto. Sucede así esta vez en la capital alavesa, a donde vuelve para actuar este jueves a las 20.00 horas. La cita es en el Dazz. Lo va a hacer junto a Georvis Pico (batería), Dayan Abad (guitarra) y Yoyi Lagarza (teclados).
Vuelve a un escenario que ya conoce, aunque ahora con su música. Actuar en clubs pequeños es...
–Siempre es especial tocar, pero en sitios así es hasta mejor, desde el punto de vista de que me siento más como en familia, en el salón de casa. Eso te lleva a desinhibirte más a la hora de expresar, máxime cuando es mi propia música la que estoy presentando.
Creaciones propias que son el resultado de un abanico de influencias interminable.
–(Risas) Es que emigré muy jovencito, con 23 años y tengo ya 54. Claro, llevo más de la mitad de mi vida en Europa. Estuve 17 años en Austria antes de venir a Madrid. Todo eso, como es lógico, se refleja en mi música, donde hay muchos estilos diferentes. Lo que hago, esa variedad, es el reflejo de lo que soy, de dónde vengo y de dónde me he nutrido.
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En los cimientos
¿Pero en la base está más el jazz o están los ritmos afrocubanos?
–El jazz. Es que para mí es una influencia de todo. En él están los ritmos cubanos, la fusión, la tradición... Para mí, el jazz es uno de los estilos más abiertos que existe y te permite hacer de todo. Todo puede ser jazz porque todo puede ser una improvisación y todo se puede mezclar.
En este regreso a Vitoria, el público que acuda al Dazz se va a encontrar con...
–Habrá composiciones que hice ya unos años, pero también cosas bastante actuales, bastante fresquitas. Pero es que tengo todavía mucho por presentar y también por escribir. Tengo muchas cosas almacenadas que estoy loco por sacar.
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Pero con la agenda que tiene junto a otros músicos, seguro que tiene que ser complicado sacar tiempo para su música.
–Cuando alguien tiene un poco de tiempo, hay quien se va a la playa o sentarse en una terraza y tomarse un ron. Para mí, ese tiempo de disfrute pasa por sentarme en el piano, coger el bajo y empezar a viajar. Soy ejecutante, claro, pero me siento más creador.
¿A veces no es un poco locura estar en tantos proyectos diferentes entre sí?
–Más que volverte un poco loco es algo que te aturde. Pero después de tantos años de estar en esta vorágine, llega un momento en el que, casi de manera inconsciente, llegas a tener herramientas para saber cómo dividir el cerebro y tener distintos discos duros con cada proyecto. Claro, empecé con 11 años con el contrabajo clásico y cuando estás tanto tiempo, casi 40 años, en la música, llega un instante que este tipo de cosas van en automático.
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El papel de la música
La música es un trabajo, eso es evidente. ¿Y qué más para usted?
–Es la vida, es pasión, es parte de mí. El otro día me preguntó mi hijo que cuál es mi hobby. Y le comenté que, por suerte o por desgracia, mi hobby es la música. Él me dijo: ¿pero la música es tu trabajo?. Sí, pero soy consciente de que son ambas cosas a la vez. Para mí es un privilegio el poder disfrutar de esta manera con lo que es mi trabajo y mi pasión.
Llega un 2025 que a buen seguro vendrá ya cargado para usted.
–Sí, sí. Entre la gira principal con Ara Malikian y otros proyectos con terceros, la agenda hasta mayo ya no tiene huecos. A eso, le sumo mi propio camino, así que...
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Vamos, que Ruiz Machado, como espectador, no debe ni tener fuerzas para ir a un concierto...
–(Risas) Es una de mis grandes frustraciones actuales. Me invitan a ir a un concierto, quiero ir, me lo apunto en la agenda y para cuando llega el día ha salido una sesión, una grabación... y es imposible.
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