Ya desde antes de que Artium abriese sus puertas de manera oficial el 26 de abril de 2002, la colocación en la zona de entrada del museo de Un pedazo de cielo cristalizado fue todo un acontecimiento en Álava. Desde entonces, su constante vibración ha recibido a todas las personas que han cruzado la puerta principal del edificio de la calle Francia. En estos años, la obra de Javier Pérez se ha sometido a alguna que otra limpieza y puesta a punto, aunque ahora afronta un proceso de restauración.
La Fundación Iberdrola España va a invertir 30.000 euros en los trabajos de recuperación que se estima que se produzcan entre septiembre y octubre. Ahora está abierto el proceso de licitación para adjudicar el contrato. Esto es posible gracias al acuerdo firmado con la Fundación Artium, rubricado por su presidente, el diputado general de Álava, Ramiro González. El procedimiento va a requerir la instalación de una compleja infraestructura que facilite el acceso a cada una de las 12.000 piezas.
"Debemos mantener y cuidar nuestro patrimonio", ha apuntado González. "Es una obra icónica que es impresionante", ha expresado Fernando García Sánchez, presidente de la Fundación Iberdrola España. "Es una obra que nos representa", ha comentado Beatriz Herráez, directora de Artium.
La intención del museo es también compartir el proceso con los visitantes, para que puedan conocer de primera mano el proceso de conversación del patrimonio. Como ha dicho Herráez, se quiere hacer un trabajo especial con la población escolar que acude de manera regular al centro de la calle Francia. Además, también se podrá acceder al edificio desde la plaza interna, sin tener que interrumpir el acceso del público, al contrario, facilitando una visión distinta del proceso.
Desde Venecia a Vitoria
La obra se pudo ver por primera vez en 2001, en el Pabellón Español de la Bienal de Venecia. Después, se adaptó para instalarse de manera permanente en la capital alavesa, recreando sin parar ese “ruido secreto” que caracteriza a la creación. Se trata de una estructura metálica semiesférica que viene conformada por unas 12.000 piezas de vidrio soplado de diferentes tamaños. Tienen forma de lágrima. Todo vibra cada cierto tiempo por la acción de un motor. Es una obra que pretende provocar sensaciones en el espectador, como explicó en su momento el propio artista bilbaíno.
Esta obra, producida por la Galería Salvador Díaz de Madrid, fue adquirida por la empresa alavesa Guardian Llodio, S.A., que propuso a la Diputación Foral de Álava el pago de impuestos mediante la dación de la instalación. La institución cedió al museo la pieza para que formarse parte de la colección Artium.