El paso del tiempo hace que algunas cosas hayan cambiado. Por ejemplo, en las tres primeras ediciones se hacían también sesiones de cine. Pero a pesar de cumplir 20 ediciones, la filosofía que hizo nacer a Vital por Álava se mantiene igual. Se trata de llegar con la cultura a todos los rincones del territorio y hacerlo con artistas y grupos de aquí. Parece sencillo de decir y escribir. Pero detrás hay mucho trabajo, esfuerzo, compromiso y capacidad para ser flexibles.
Como es ya habitual, esta vigésima entrega arrancó a mediados de mayo, en torno a San Isidro, y se extenderá hasta septiembre. “Gran parte de la actividad cultural se realiza en Vitoria y para Fundación Vital este programa, como otros, es un nexo de unión con el territorio. Nos interesa, además, tener un canal habilitado para que los grupos tengan actuaciones”, apunta Txus Ruano, coordinador de Vital por Álava. Sin ir más lejos, en 2023 se produjeron 106 actividades en todos los municipios de la provincia –a excepción del de Gasteiz, claro–, más los dos del Condado de Treviño. Todo ello contó con la participación de más de 10.800 espectadores y espectadoras.
En las tres primeras ediciones del programa impulsado por Fundación Vital también se ofrecieron sesiones de cine al aire libre
Todas las actuaciones son gratuitas. Nunca ha existido el planteamiento de cobrar. Tampoco en las épocas más duras de la última crisis económica. Ni Fundación Vital, que asume todo el coste, ha puesto sobre la mesa a los municipios algún tipo de cofinanciación.
Desde aquel 2005
“Siempre intentas innovar, ofrecer algo más. En la idea siempre está: si surge la oportunidad… Es un programa en el que siempre pensamos en cómo darle una vuelta”, partiendo de la base de que la filosofía inicial sigue intacta. Una idea fundamental que en 2005 se tradujo en la creación de un programa en el que, en aquel momento, tomaron parte 35 ayuntamientos alaveses, más los del Condado de Treviño y el de Miranda de Ebro. Fueron 13 agrupaciones musicales, 11 corales, el Conservatorio de Danza José Uruñuela y Arabako Dantzarien Biltzarra quienes, junto a las sesiones de cine al aire libre, sostuvieron aquella entrega inicial.
Hay, de hecho, propuestas que se mantienen en el tiempo como la del Uruñuela, y nombres de artistas y grupos que, si no en todas las ediciones, han tomado parte en un buen número de ellas. Es el caso de Lobo & Carmine o de Josu Junguitu, quien, con diferentes proyectos, es quien en más años ha estado.
Incluso en el contexto de la pandemia, el ciclo consiguió llevar a cabo en verano de 2020 una programación con cincuenta actividades
Eso sí, el paso del tiempo sí se nota en algunas cuestiones. Por ejemplo, la presencia en el programa final de grupos de música de cámara se ha ido reduciendo. También las actuaciones de las agrupaciones corales han ido a menos frente al crecimiento de los proyectos teatrales. Son tendencias en esta historia de Vital por Álava que ni la pandemia pudo parar.
Sin perder de vista las restricciones del momento, en verano de 2020, el programa de Fundación Vital quiso aportar su grano de arena. Entre sesiones de dantzas, citas con los coros, conciertos y propuestas teatrales, se pudieron llevar a cabo medio centenar de actuaciones. Desde ese año, por cierto, todos los ayuntamientos de Álava se suman al proyecto. “Igual si, por lo que sea, te retrasas alguna vez un poco a la hora de mandar el dosier a los ayuntamientos, empiezas a tener llamadas de los técnicos de cultura”, sonríe Ruano.
Cuadrar el rompecabezas
Suele ser a principios de cada año cuando el programa pone en marcha su maquinaria. Son muchas las partes a coordinar. El primer contacto es con los grupos que ya han participado en el ciclo y con los que van mostrando su interés en tomar parte. Cuando compañías y artistas mandan su información actualizada es cuando se genera un primer dosier que se manda a los municipios. Es una oferta dividida entre música, grupos corales y teatro.
Con esta información en la mano, que se suele recibir entre finales de febrero y principios de marzo, cada municipio realiza su lista de preferencias en cuando a propuestas y días. Los ayuntamientos tienen un mes de plazo para cumplimentar este paso. “Nosotros pagamos los cachés y todo lo necesario para llevar a cabo cada actuación”. También si eso incluye el desplazamiento de una coral o del alumnado del Conservatorio José Uruñuela.
Con la información de los municipios de nuevo en la sede de Fundación Vital –más allá de que las actuaciones de dantzas se coordinan con las cuadrillas y de que el Uruñuela solo actúa o en Dulantzi o en Amurrio por las necesidades de escenario– toca hacer un primer planteamiento del puzle, respetando los deseos recibidos, las posibilidades de fechas y que los grupos y artistas participantes tengan cada uno el mayor número posible de actuaciones.
El rompecabezas se testa con todas las partes interesadas y, si todo cuadra, ya solo falta concretar últimos detalles –por ejemplo, siempre se fijan lugares a cubierto por si llueve– y esperar al encuentro con el público. A los municipios, aunque no es obligatorio, lo único que se les pide es que tengan un detalle con quienes van a actuar. Aún así, la experiencia es un grado y en estas 20 ediciones ha pasado casi de todo, así que Ruano explica que hay que saber ser flexibles. “Vital por Álava casi cambia cada día que se produce. Pero la actividad nunca se pierde aunque, por la razón que sea, no se pueda realizar en el día que estaba marcada. Incluso fuera de plazo del ciclo”.
En las primeras ediciones, el programa terminaba a mediados de septiembre con una fiesta final que se llevaba a cabo en la capital alavesa, aunque desde hace ya unos años esto no se realiza. Eso sí, cuando el simbólico telón baja por última vez, no concluye la labor. Llegan los meses de recopilar información, hacer balances, memorias... y vuelta a empezar, claro.