Puede que en su propia ciudad sea casi un milagro poder ver una exposición individual de Eduardo Alsasua, pero lo cierto es que fuera de Gasteiz, las creaciones del pintor vitoriano son más que solicitadas. Por suerte, esta vez, no hay que irse muy lejos. Bergara acoge desde el próximo viernes Materia visual sensible, propuesta que se va a poder ver hasta el 12 de mayo.
Es Aroztegi Aretoa, en concreto, el espacio que recibe al artista alavés, quien lleva hasta este lugar varias de sus obras más recientes, ejemplos claros de su sello creativo, el mismo que le ha valido ya hacerse con numerosos premios y reconocimientos. Solo hay que recordar, por ejemplo, su última selección en el prestigioso certamen Figurativas.
Esa cita llevó sus cuadros hasta Barcelona. Ahora es la localidad guipuzcoana la que abre sus puertas al artista. “La pintura es piel, en el caso de Eduardo la adición pausada de finas capas de pintura que se superponen hasta conformar una superficie tan verosímil, que algunos han tenido a bien llamar más real que la realidad. Está, además, ineludiblemente ligado a la comprensión cuántica de lo que le rodea, esa interrelación de partículas mínimas que funcionan de maneras divergentes a cómo la ciencia clásica había esperado. De forma análoga, Eduardo llega a lo general desde lo particular y, a través de un camino concienzudo estudia, disecciona aquello que va a representar para posteriormente, ahondando en el proceso pictórico captar cierta esencia de su objeto de estudio”, deja escrito la artista Leticia Gaspar García en el catálogo de esta muestra.
Dedicación
“Es un hacer que exige constancia, disciplina, incluso obsesión. Como el meditador que cierra los ojos y dirige su atención hacia el interior, Eduardo vuelve a su pintura día tras día. Creo que este acto de dedicación debe ser algo relevante y ligado a un imperativo vital”, apunta Gaspar García.
“En lo que a las imágenes se refiere, me parece percibir cierta dialéctica enfrentada a través de sus pinturas. Por un lado, observamos obras con tonalidades más frías, a menudo representaciones de objetos que emanan cierto misterio. Y por el otro, representaciones de personas, que en su mayor parte son gente de su entorno y están iluminadas por luces cálidas que producen una gran variedad de tonos, haciendo que las transiciones entre las luces y las sombras vibren”. Así lo van a poder apreciar quienes acudan a Bergara desde el 26.
