La huevera como referencia a esa supuesta masculinidad sustentada en lo testicular, como sinónimo de esa casa en la que nadie sabe lo que pasa cuando se cierra la tapa, como metáfora de un ataúd en la que estar muerta en vida. Son varios los significados que Michel Martínez Vela ve en el proyecto.

Una propuesta en la que un elemento en teoría mundano, cotidiano y que cuando está vació se tira, se convierte en soporte para una serie artística que quiere ser una denuncia pública, una crítica social.

Una de las piezas.  | FOTO: J.M.

Una de las piezas. | FOTO: J.M.

No hay huevos es el título de una iniciativa que se está completando ahora con la idea, más pronto que tarde, de realizar una exposición en la capital alavesa. Una muestra en la que compartir con el público fondos y formas, pero también en la que poner en venta las obras para, con lo recaudado de manera íntegra, poder ayudar a terceras personas.

La intención es entregar el dinero a una entidad –ONG o asociación– de Vitoria que trabaje con niños y niñas pertenecientes a familias que estén pasando dificultades económicas.

De todas formas, estos serán los pasos finales de un proyecto que lleva tomando cuerpo desde hace diez años. Sobre cartones vacíos, sobre hueveras que, de otro modo, terminarían en el reciclaje, el artista alavés viene realizando apuntes rápidos a bolígrafo con la intención de “reflexionar sobre el cruel maltrato que sufren muchas mujeres” en un día a día en el que “todo parece correcto” fuera de casa, a pesar de que la convivencia en el hogar termine siendo “asfixiante”.

Reacciones en positivo

Las hueveras se cierran “y dentro queda la vida sometida”, la mujer “obligada”. Así lo ha explicado también en redes sociales (Facebook) donde se han podido ver algunos de los diseños realizados.

“La respuesta ha sido muy positiva” ante una propuesta que, eso sí, todavía está abierta, antes de reunir las piezas que se consideren suficientes para poder llevar a cabo la mencionada exposición de carácter solidario.

La posesión, la “tensión de sometimiento” o el temor están en el fundamento de una idea que se plasma en la creación sobre el cartón de diferentes figuras a mujer, algunas de las cuales se intervienen también con pintura, aunque en todos los casos se trata de dibujos realizados a bolígrafo.

“No es un soporte más o menos difícil que otros”. La importancia, en este caso, está en el simbolismo del formato.

“Hay que ser espontáneo. Y después hacerte las preguntas aunque no tengas las respuestas. Si te obcecas en no molestar, no haces nada”

“Cuando llegas a casa, se cierra la huevera y ahí pasa de todo” para muchas mujeres que sienten “miedo, desprecio y humillación”, más allá de que se vean obligadas a “guardar la compostura”.

Es a estas personas a las que el artista mira en un proyecto que, cómo no, nació de la casualidad. “Un buen día fui a hacer la compra. Tocaba hacer una tortilla de patatas y según fue vaciando la huevera, pensé en la relación de ese utensilio con la prepotencia del hombre. No eran dos huevos, eran doce”. Así que no dudó de tirar de ese hilo para ver dónde le podía conducir. Apareció ahí la palabra clave de todo el proceso: sometimiento.

“Hay mujeres que se pasan toda la vida sometidas, de una manera insoportable. Siempre bajo la voluntad de ese hombre. Y parece que puedo estar hablado del pasado, pero es algo que ahora también se da, en las nuevas generaciones”, sin importar clase social u otras circunstancias.

También, según el artista, en la dirección contraria. “Son una minoría, pero también hay hombres que padecen ciertas humillaciones dentro de una relación”. Para ellos, abrirá otra serie, con otro soporte, “y menor número de obras”.

Trabajo al instante

Todo se hace al instante. Solo hay que tener una huevera “en buen estado” a mano. “Se trata de transmitir la imagen rápidamente. Todo se hace en el momento, en una sesión. Como en el resto de lo que hago, también en pintura, no puedo decir que dejo esto o lo otro para un instante posterior, para otro día. No sé hacer las cosas así. Además, me da la impresión de que pierdes. Somos un momento de vida y nadie sabe lo que va a pasar mañana. Por eso, si pinto, es aquí y ahora”, describe.

Por eso, ponerse delante del cartón y dibujar es algo que sale casi de manera instantánea. En el interior de este singular soporte, siempre la mujer presente. Sola. No hay figuras reales de referencia.

“Soy muy espontáneo y rápido en lo que hago. Las preguntas me las hago después. Malo es para un creativo o para un artista hacerse preguntas antes de hacer nada porque empiezas a pensar en el qué dirán y eso te lleva a no ser creativo. Hay que ser espontáneo. Y después hacerte las preguntas aunque a lo mejor no tengas las respuestas. Si te obcecas en no molestar, no haces nada”.

Es lo que pretende No hay huevos, ser una llamada a la reflexión desde algo tan sencillo y humilde como una huevera y un dibujo.