La donostiarra Isabel Herguera competirá por la Concha de Oro con su largometraje animado El sueño de la sultana, que en su largo proceso de desarrollo ha tenido una estrecha vinculación con Tabakalera. Es en el Centro Internacional de Cultura Contemporánea donde ayer se inauguró una exposición de originales que diseccionan y radiografían una película que parte, precisamente, del libro homónimo que escribió la bengalí Rokeya Hussain a principios del siglo pasado. La directora cultural de Tabakalera, Clara Montero, el director del Zinemaldia, José Luis Rebordinos, y la propia autora presentaron la muestra que ocupa la Sala de Exposiciones 2 de la antigua fábrica de tabacos. Herguera, conocida cortometrajista de animación, reconoció encontrarse en “una nube” desde que el comité de selección del Zinemaldia le comunicó que su estreno en el formato largo competiría en la Sección Oficial.

Isabel Herguera, ayer, explicando su proceso creativo.

La vinculación entre el equipo de Herguera y Tabakalera ha sido muy estrecha durante estos últimos años. En 2016, por ejemplo, participaron en una residencia en el centro que les ayudó a desarrollar la escritura de guion. A partir de 2020, cuando comenzó la producción, además, solicitaron un espacio para poder desarrollar los fondos de la película.

La idea para este proyecto surgió hace más de una década, en 2012, cuando Herguera, que desde 2005 ha pasado varios periodos de su vida en la India, descubrió en Nueva Delhi un libro que en su portada ilustraba mediante arte gond a una mujer en una especie de nave espacial. Se trataba de El sueño de la sultana, cuento en el que Rokeya Hussain, una mujer musulmana que creció en una familia ortodoxa, imaginó 1905 Ladyland, o un país en el que las mujeres ostentaban un avanzado “conocimiento” y también el “poder el poder político y económico”, mientras los hombres vivían recluidos detrás del velo del hogar. La adaptación de la realizadora, aunque surge de este punto de partida, traslada la historia de la película hasta la actualidad y hace que Inés, también una artista, obsesionada por la historia y la propia vida de Hussain, busque su lugar en el mundo.

La donostiarra, formada en Bellas Artes en Duesseldorf y en Animación en California, impartió a partir de 2013 una serie de talleres de pintura. Además de cuadernos de viaje de la propia artista y de storyboards y de referencias, la exposición recoge originales que salieron de esos cursillos. La película, de hecho, tiene tres tipos de animaciones distintas. Para recrear la historia que se narra en el cuento original –se trata de una secuencia de cinco minutos– se recurrió a las creaciones surgidas en esos talleres con mujeres y reproducidas con mendhi, es decir, la técnica de tatuajes temporales hechos con henna. Más tarde, tras un tratamiento con After Effects, se hizo que las figuras tomasen vida.

La propia vida de Rokeya Hussain también se resume en el trabajo de Herguera. Para recrearla, en cambio, han utilizado una animación de sombras chinescas y recortables en papel vegetal mediante la técnica del multiplano. De hecho, los interesados podrán jugar con uno de estos sistemas que se ha habilitado en la sala y que proyecta las imágenes sobre una pared.

Herguera, experta en animación experimental, ha reconocido cierta dificultad a la hora de dar pautas figurativas. La mayoría de la película ha sido desarrollada en animación tradicional 2D mediante tableta gráfica, pese a que los bocetos originales los trabajó con pincel. En su caso, explicó que el guion o la palabra surgían de forma “paralela” al dibujo: “A veces es la imagen la que determina la palabra o puede ser al contrario”.

También se exhiben muestras de los fondos acuosos, y algunos de los ejemplos del catálogo de manchas que, superpuestas, usaron para definir el background. Junto a esto se muestra un conjunto de ramas y hojarascas tomadas de lugares como Cristina Enea, Ulia o Italia, que en su traslación a la película se convierten en la foresta de India. El sueño de la sultana es, por lo tanto, un trozo de la India traído a Donostia y un trozo de Donostia llevada a la India.