Un gran espectáculo audiovisual con la música de Mecano como eje fundamental. Más de tres décadas después de la desaparición del trío madrileño, el montaje Cruz de navajas, el último Mecano llega esta semana a la capital alavesa. Lo hace para ofrecer seis funciones en cuatro días. En concreto, el Principal tiene cita con el público de miércoles a viernes a las 20.30 horas, el sábado a las 19.00 y a las 22.30 horas y el domingo a las 19.00 horas. “La gente se lo va a pasar como nunca”, promete Gonzalo Pérez Pastor, creador de la idea y productor de la misma.

Seis funciones en cuatro días, todo un esfuerzo físico y mental.

–Sí, además teniendo en cuenta que es un espectáculo en el que se derrocha mucha energía. Es una producción muy exigente. Pero bueno, también es un equipo de gente joven y muy preparada. Están respondiendo muy bien... hasta ahora (risas). Es un espectáculo exigente y duro, pero como es tan enérgico y agradecido, como el público responde tan bien y disfruta tanto, el equipo siempre está a la altura. Es que es muy complicado que no salga bien.

Es un espectáculo al que la pandemia le pilló justo dando los primeros pasos. Lo más lógico o fácil hubiera sido desistir, pero...

–Sí, tuvimos la buena suerte, por así decirlo, de estrenar y a la semana siguiente nos encerraron a todos en casa. Fíjate. No te voy a ocultar que estuvimos a punto de tirar la toalla, pero, por fortuna, no fue así. Lo retomamos una primera vez, acudiendo por ejemplo al Arriaga bilbaíno. Fuimos en condiciones duras porque el aforo estaba reducido a 60%, había una butaca sí y una no, no dejaban a la gente de las localidades de alrededor acudir a la ciudad... Fue todo bastante duro y caótico, y aún así fue bien. Pero volvió a subir el virus. Después volvimos y nos metimos en Madrid y cuando parecía que todo era felicidad y armonía, llegó la variante ómicron y tuvimos que cerrar dos meses otra vez. En octubre del año pasado, en las fiestas de El Pilar, retomamos todo en Zaragoza para luego pasar por Cuenca e ir unos meses a Barcelona. Ahora ya estamos, por decirlo de alguna manera, en la normalidad de una gira. Claro, cada parada ha supuesto reajustar el equipo porque ha habido gente que ha entrado y salido. Ahora, desde Zaragoza, estamos con el mismo elenco y montaje, y eso se nota. El espectáculo funciona muy, muy bien.

Con o sin pandemia, lo cierto es que ver girando producciones de este tipo, con tanta gente trabajando sobre y fuera del escenario, se ha convertido en una excepción.

–Es verdad que venimos de momentos difíciles para los espectáculos grandes. Sobre todo si quieres hacerlos como a mí me gustan, con la música en directo, con todo el mundo cantando en directo y con un montaje potente. Bueno, y que sea lo mismo que has montado en Madrid, que no vayas de gira con un montaje de segunda. Si quieres hacerlo bien y en condiciones es complicado. En estos últimos tiempos han salido muchos espectáculos a la vez y ha habido mucha competencia, pero con un nivel de calidad que, para mí, bajó bastante. Hemos tenido musicales sin músicos. ¿Oiga, perdone, pero qué me está usted vendiendo? Son cosas que no soporto, aunque seguramente es por un problema que tengo yo (risas). Pero es que si no le damos a la gente un nivel de espectáculos, lo que sucede es lo que está pasando en algunas ciudades del país. Hay productoras que solo quieren ir a las ciudades donde saben que la taquilla funciona bien y dejan de ir a los sitios que funcionan menos bien, aunque esas productoras son las que han generado esa situación. Nosotros estamos intentando de hacer un esfuerzo de recaptación en las giras acudiendo a ciudades que siempre han sido punteras aunque hayan caído un poco en el sector de los espectáculos grandes. No es el caso de Vitoria, que sigue funcionando bien.

Con las canciones de Mecano se podrían hacer infinitos repertorios diferentes. ¿Qué fue lo más complicado para este espectáculo, esa selección, el trabajo de arreglos posterior, todo el montaje audiovisual de la propuesta...?

–La combinación de todo lo que mencionas. El espectáculo es muy agradecido cuanto todo funciona, pero para llegar a ese punto en el que está ahora, hay mucho trabajo detrás. Es un mecanismo grande con muchos detalles. Ahora está como yo pensaba que tenía que quedar. Llevamos un equipo de sonido como el de cualquier concierto de un festival grande, así como un equipo de iluminación con casi 200 focos. Además está la robótica, los motores, las pantallas de led que son casi cien metros cuadrados... Todo ello sin perder de vista a los músicos en directo, a los ocho cantantes y a los bailarines. De cada canción de Mecano, nosotros hacemos como un gran musical de cuatro minutos. Que todo eso funcione como un reloj es lo que más ha costado. Una vez conseguido eso, el montaje llama mucho la atención porque la realidad es que hoy en día no se ven espectáculos así. Nadie hace estos despliegues.

Han pasado más de 30 años de la desaparición de Mecano. ¿Complicado atraer al público joven, que aunque pueda conocer canciones nunca ha visto al grupo?

–Hay un dato curioso en esto que dices. Ninguno de los chicos que tengo encima del escenario había nacido cuando Mecano se separó. Las canciones más antiguas de las que llevamos en el repertorio tienen más de 40 años y aquí tenemos cantantes de 20 y pocos. El que más, creo que está en 30. Ahí vemos el proceso de cómo se acercan nuestros chicos jóvenes, buenos profesionales como músicos, cantantes y bailarines, a una música que es antigua para ellos y ellas, que igual escuchaban sus padres o hermanos mayores. La sorpresa es que han flipado con esta música. Al final, es una música con mucha melodía y nivel. Además, cuando se hizo Hoy no me puedo levantar, aquello supuso que se renovara la edad del público. Nosotros vemos ahora espectadores de entre 25 y 30 años, y de 70 y tantos. Es una mezcla muy divertida. ¿Quién escucha hoy a Queen o a Michael Jackson? Al final, todo el mundo en algún momento dado. Con Mecano pasa más o menos lo mismo. Hay temas que son parte del patrimonio particular de mucha gente. ¿Quién no ha cantado la de Un año más cada nochevieja?

Para este espectáculo se han realizado arreglos de cada una de las canciones que se interpreta y alguien puede pensar antes de acudir al teatro: ‘¿pero podré cantar, no?’

–Sí, sí, sí. Cuando hablas de temas de un grupo tan conocido, corres un riesgo si te pasas de frenada. Estas canciones las puedes cantar perfectamente. No hay ningún problema. Pero sí que notas más cosas de las que tú escuchabas habitualmente. Es decir, no les hemos quitado nada. Hemos añadido algunas cosas que hacen que suenen muy bonitas. No podemos olvidar que estamos hablando de canciones por las que, como mínimo, han pasado más de 30 años. Ahora el sonido ha mejorado mucho, sobre todo para el directo. Bueno, eso sin perder de vista que ni siquiera ellos mismos hacían en directo los mismos arreglos de los discos. Lo que hemos hecho es mejorar algunos elementos sonoros, también para sorprender. Hay temas con más coros, con más cantidad de voces que en las canciones originales, en las que solo cantaba Ana Torroja. ¿La canción es la misma? Sí. ¿Suena igual? Suena muy bonita. Hemos sido muy respetuosos con las líneas armónicas de las canciones originales porque precisamente queremos que la gente cante con nosotros.

Por cierto, ¿con alguno de los tres componentes del grupo ha habido contacto en el desarrollo del espectáculo?

–Se paga, por supuesto, por la autoría de las canciones. Yo sí que estuve con José María Cano y le gustó la idea. Cuando yo vi por última vez a Mecano fue en Burgos, salía Ana Torroja al escenario y no cantaba casi porque la gente se sabía todo. No necesitaba cantar. Nosotros no somos Mecano. Tenemos que ir ganándonos poco a poco a cada espectador de los que venga al Principal para conseguir que la gente termine cantando con nosotros, no solo por estar interpretando canciones conocidas, sino porque les hemos convencido. Mecano no necesitaba hacer eso. Eran dioses que salían al escenario y ya estaba todo, no tenían ni que cantar.

Tenían letras muy comprometidas que se unían con otras muy superficiales. Hacían pop pero podían tocar salsa o lo que fuera en cada caso.

–Cuando yo me acerqué a montar este espectáculo, una de las cosas que más me sorprendió era lo ecléctico que era Mecano. Yo soy músico. Siempre lo digo y no lo voy a negar, a mí no me gustaba Mecano. En mi época me gustaban otras cosas. Pero cuando empecé a ver la razón por la que la gente acudía de manera tan masiva a ver Hoy no me puedo levantar, me puse a analizar la música de manera más profunda y me llevé una tremenda sorpresa. Hay canciones con mucha calidad, pero es que esas otras que parece que son algo menos, también tenían su cosa. Si no, no seguiríamos escuchando temas como Hawaii-Bombay o Me colé en una fiesta. Cuando las analizas desde un punto de vista musical, te das cuenta de que ahí había un nivel increíble. Además, está en su trayectoria la cantidad de historias buenas que escribieron. Hijo de la Luna podría ser una canción de una zarzuela de Manuel de Falla. Es brutal y cuenta una historia que es tremenda. O coges Bailando salsa y es un tema con unos arreglos impresionantes. O Mujer contra mujer, que armónicamente es una maravilla pero, claro, es que la letra, y además en el tiempo en que fue realizada y cantada, es una barbaridad. El mismo Cruz de navajas que da título al espectáculo es una historia también tremenda. Hay en Mecano una variedad de estilos y temáticas que es muy potente; parece hasta mentira que saliese todo eso de las mismas cabezas.

A todo esto, el productor, ¿es capaz de sentarse en el patio de butacas y ser espectador de este espectáculo o de cualquier otro, o eso del todo imposible?

–Me cuesta ser espectador de espectáculos de otros, así que... (risas). Tienes metido en la cabeza cada detalle y te cuesta relajarte y dejarte llevar, que es lo que yo recomiendo que haga la gente, que se relaje y disfrute.