Encarar la vida con valentía. Lo plantea Natalie Merchant, quien fuera cantante de 10.000 Maniacs, en su noveno disco en solitario. Nueve años después, la estadounidense, activista social, feminista y medioambiental además de cantante, publica Keep Your Courage (Nonesuch Records/Warner), un disco de aire conceptual, creado en la pandemia y con sonidos de pop y folk orquestal que aboga por la resistencia, el amor y la unidad como antídotos contra la adversidad y un mundo en el que “todos estamos confundidos” y “nos sentimos en peligro”.
“Cómo brinca el tiempo, con incontables venidas del alba, con el destierro de la noche, con trascendentes rayos de luz”, canta la estadounidense de casi 60 años en este disco de regreso, con su pelo blanco y algo pasada de kilos, sí, pero manteniendo la cara adolescente de siempre. Merchant, descendiente de un abuelo músico de cuna italiana, es garantía, desde hace 40 años, de una música atemporal y dolorosamente bella y emotiva –como la de Joni Mitchell o Carole King, por ejemplo–, pero en su caso surgida de la generación alternativa de finales del siglo XX.
Lideró al grupo 10.000 Maniacs entre 1981 y 1993. Banda injustamente recordada por su versión de Because the Night más que por maravillosas canciones de pop–rock alternativo como These Are Days, Like the Weather y Trouble Me, Marchant lo abandonó para seguir una carrera en solitario que arrancó con Tigerlily, en 1995, y que consiguió cierto éxito con Carnival. Hasta esta semana, su último paso era un álbum de título homónimo, otra muesca del trabajo de una mujer con un corazón y una voz valiente, ajena a los dictados y fluctuaciones de modas e imposiciones del mercado.
Artista respetada, querida y excelsa compositora que ha colaborado con Billy Bragg, Gavin Bryars, David Byrne, The Chieftains, Cowboy Junkies, Philip Glass, Kronos Quartet, Ladysmith Black Mambazo, Mavis Staples, REM o Wilco, nos hechiza ahora con Keep Your Courage, un disco casi conceptual sobre el amor, la valentía, la unidad, el feminismo y el aislamiento. En total, ofrece 10 canciones escritas durante la pandemia.
“Fue, y sigue siendo –indicó durante la quinta ola–, un periodo de gran flujo y miedo a todos los niveles: global, nacional, comunitario, familiar y personal. Pero este no es un álbum sobre el coronavirus o el caos que provocó. En su mayor parte, este es un álbum sobre el corazón”, prosigue. “La palabra coraje tiene su raíz en la palabra latina para corazón, cor, y la vemos una y otra vez en muchos idiomas: le coeur, il cuore o coração, el corazón. Este es un ciclo de canciones que traza el viaje de un corazón valiente”, apostilla.
Amigos y una orquesta Apoyada por el grupo celta Lúnasa, el clarinetista sirio Kinan Azmeh y el trombonista Steve Davis, Merchant, la elegida miembro del Consejo de Administración del American Folklife Center de la Biblioteca del Congreso en Estados Unidos nos ofrece un álbum de pop orquestal de evocación soul y añejo folk celta, con canciones largas nacidas de bellas melodías al piano. Lo abre Big Girls, que comparte con Abena Koomson–Davis, integrante del Resistance Revival Chorus, como Come on, Aphrodite.
La primera, orquestal y con un crescendo con metales, habla de resistencia y máscaras, las que las mujeres –“corazón de piedra, frío como el hielo, cierran la puerta, lo guardan todo dentro/saben cuándo esconderse, cuándo pelear”– se ven obligadas a mostrar para no parecer vulnerables. La segunda es una invocación a Afrodita, “diosa del amor y la pasión”, y a vivir el amor, el éxtasis y, si no hay más remedio, el dolor entre preguntas y respuestas del dúo que remiten al gospel.
Entre la canción de cuna y el folk orquestal suena Sister Tilly, con versos que recuerdan los días de barricadas, poemas de Rilke y a Buffy Sante–Marie, cantautora que centró su trabajo en la población amerindia, mientras que el contrabajo jazz de Narcissus sustenta una balada dulce y pop de amor, deslumbramiento, luz, vida, sangre y carne. “Vivo ¿puedes sentirme. Soy luz. ¿puedes verme?”, canta en ella, antes de brillar en una versión gótica de los irlandeses Lankum, Hunting the Wren, y lucirse con un falsete que se impone sobre guitarra acústica, piano y unas cuerdas imperiales que coronan los versos: “ángel de la guarda, ¿dónde está todo el amor que me prometiste, dónde tu tierno corazón lleno de simpatía?”.
El aroma celta pervive en Eye of the Storm –sobre un “Barba Negra en la proa con una mecha en la boca”–, el toque jazz de unas baquetas engrandece el pop acústico de Song of Himself, en el que aboga por “la libertad, con el amor por encima de todas las causas, leyes y credos”, y clausura esta joya con The Feast of Saint Valentine, otra pieza de folk orquestal en la que se ofrece, reparadora, a los “soldados del corazón”, aquellos que se entregan en la batalla del amor y acaban doloridos y perdidos.
“Acudiremos a vendar la herida”, canta en ella. Antes, en el single, Tower of Babel, se zambulle en el funk y los ritmos de Nueva Orleans para defender el amor y la unidad ante “esta casa dividida/estamos partidos en dos/todos estamos confundidos y sentimos el peligro”, advierte.