Un libro de la joven periodista vasca Nerea Arostegi, titulado Euskaratú, busca conseguir que el euskera sea más apreciado en el conjunto de España y poner en evidencia la belleza de una lengua considerada por muchos difícil de aprender y que ha aportado numerosas palabras al castellano. Para ello, su autora, nacida en 1991 en Getxo (Bizkaia) de padres no euskaldunes pero que cursó todos sus estudios en euskera en una ikastola de su localidad, recoge en Euskaratú (Editorial Penguin Random House) un buen número de curiosidades y ejemplos de palabras de uso cotidiano en el castellano que proceden del euskera, como izquierda, mochila, chubasquero, chapela o cocochas.
Además, sin pretensiones academicistas ni historicistas o filológicas (“solo soy una periodista”, argumenta), explica la procedencia y las raíces de palabras incorporadas en las últimas décadas a la lengua de Cervantes como lehendakari (lehendabizikoa –el primero, el que va a la cabeza), zulo (agujero) o Eroski (erosi –comprar– y toki –lugar–), según destaca Arostegi.
Colaboradora de medios radiofónicos como Radio Euskadi y la SER y actualmente del magazine de la tarde de ETB2 (Nos echamos a la calle), Arostegi, licenciada en Comunicación Audiovisual por la UPV/EHU, explica que “el mensaje de este libro es simplemente trasladar que todo el mundo conoce mucho más del euskera de lo que cree”, a pesar de que muchos consideran que es muy difícil de entender y aprender. “Sobre todo, aquellos que no saben euskera o viven fuera de Euskal Herria”, matiza y agrega que “es un idioma muchísimo más cercano a su cultura de lo que creen”. “En general –sostiene–, se tiene la de idea de que el euskera es algo muy difícil, muy complicado y, sobre todo, muy lejano a su acervo cultural, y realmente creo que la gente sabe mucho más euskera de lo que cree y es un idioma que forma parte de España porque es una lengua cooficial”.
En este sentido, Arostegi opina que “una persona de Andalucía, de Madrid o de Extremadura debería tener la oportunidad de poder estudiarlo, como a mí me hubiese gustado y agradecido que, de pequeña en la ikastola, se me hubiese dado la oportunidad de conocer el catalán y gallego, antes que latín o griego”.
“Me parece que sentirnos cerca de unas lenguas que tenemos cerca es un punto a favor y este libro es una manera de acercarles el euskera”, señala. También le gustaría que, gracias a su obra, “el euskera sea más apreciado en el resto de España”.
En el libro Arostegi incluye una crítica “de la utilización que se ha hecho en política del euskera”. “Hay un capítulo –explica–, que incluye términos relacionados con ETA, que es lo que más conoce del euskera la gente fuera de Euskadi, y también hay una crítica a la mala utilización de la lengua por muchos políticos cuando critican que el euskera o el catalán sean lenguas vehiculares en Euskadi y Cataluña”, revela.
“Es como si nos fuésemos a volver tontos por tener el euskera como lengua vehicular en la educación”, protesta.
Lengua vehicular
“Yo he tenido el euskera como lengua vehícular en la ikastola y creo que sé hablar bien el castellano y que puedo cometer los mismos errores en castellano, hablando o escribiendo, que en euskera o en cualquier otro idioma”, agrega. “Creo que la connotación negativa que muchos han querido dar al euskera con términos como batasunos o abertzales, al final ha alejado a mucha gente” de este idioma, reprocha.
“Si hablamos euskera parece que ya somos todos independentistas y todos queremos marcharnos y odiamos al resto de España, cuando no es así. Han conseguido que se identifique el euskera sólo con una parte de lo que es el euskera, que no es más que una lengua y parte de nuestra cultura”, subraya. Según Arostegi, “lo han hecho un idioma antipático cuando es muy dulce, sobre todo cuando se usa para hablar con los niños”.