Los muertos a los que les espera una nueva vida se encuentran ahí, en una especie de limbo marino, en una marisma creada para la ocasión por Tripak. Están en un momento extraño, compartiendo el espacio con un Dios convertido en maestro de ceremonias o viceversa.
Es el planteamiento de Platea, la propuesta escénica que hoy comparte la compañía alavesa con el público que a partir de las 19.30 horas acuda al Jesús Ibáñez de Matauco (centro cívico Hegoalde), donde todavía quedan algunas entradas disponibles.
En este “ecosistema imaginado” se mira al ser humano y se tratan “temas graves y dramáticos” como la muerte, la pérdida de la voluntad, la dificultad de expresión, el miedo al rechazo, la desobediencia, los intentos de manipulación o la sensación de ridículo, todo se hace desde una “sencillez discursiva” que se sirve del humor y la ternura para crear una poética especial.
Además, como suele ser común en Tripak desde su puesta en marcha hace un decenio, las fronteras que pueden existir, si es que es así, entre distintas disciplinas creativas se rompen sin ningún tipo de problema. Del teatro a la música pasando por la danza o las artes plásticas. Todo suma durante el proceso de creación colectiva pero también para dar forma y fondo al artefacto final.
Natalia Suárez, Marina Suárez, Andrea Berbois y Maite Muguerza, con la colaboración de la acordeonista Garazi Navas, llevan a escena una obra que bebe de manera principal de las propias experiencias personales de quienes componen Tripak, de sus inquietudes, reflexiones y vivencias, que se ponen al servicio de un proceso de creación que también se ha construido con performances al aire libre que luego se han trasladado al interior.
El resultado escénico, después de dos años y medio de proceso, “es una excusa para llevar al espectador, a través de imágenes sugerentes y situaciones límite, a transitar entre la risa y la lágrima”. Es “una obra de teatro enmarcada en un formato de humor y drama. Desde el planteamiento de un lugar fantástico, un limbo entre la vida y la muerte, trabajamos con material simbólico y onírico pero lejos del estereotipo”. Así, la pieza “se mueve entre una emocionalidad disparada a lo caricaturesco, valiéndonos del drama y del cliché, y un humor absurdo en el que el cuerpo y la expresividad del rostro tienen un interés particular”.
Con este montaje, el colectivo nacido durante el desarrollo de un laboratorio de creación llevado a cabo en 2013 en la sala Baratza sigue desarrollando un trabajo caracterizado siempre por ese interés por romper las narrativas y nutrirse de diferentes campos de la cultura.