En apenas un lustro, entre 1982 y 1987, The Smiths se coronaron –junto a REM– como el mejor grupo de rock alternativo de la década con solo cuatro discos de estudio. Liderados por la voz meliflua, el falsete y las letras desesperadamente románticas y fieras del asexuado Morrissey y la guitarra eléctrica de Johnny Marr, el grupo cumple 40 años y sus himnos, de Hand in glove, This charming man, Meat is murder o el icónico There is a light that never goes out, siguen desprendiendo una luz que parece inmortal. A la espera del regreso del vocalista en 2023, repasamos la historia del cuarteto.

La ‘luz’ de The Smiths nunca se apagará

Steven Patrick Morrissey (Davyhulme, 1959) se crió en el Manchester victoriano e industrial de la postguerra en el seno de una familia de raíces irlandesas pobre y católica. El contexto –colegios que eran “asilos para pobres” con profesores que no educaban y se les iba la mano y la vista a los cuerpos adolescentes, y barrios donde “estaba prohibido ser romántico”– no ayudó mucho a Morrissey, que heredó “la belleza y el glamour” de su madre, como escribe en su recomendable autobiografía, y que se alimentó de la cultura pop televisiva, la literatura y poesía británica y la desvergüenza del glam y después el punk.

Con un pie en Oscar Wilde y en los discos de T. Tex, Lou Reed, Bowie, New York Dolls, Ramones y Patti Smith, Morrissey –ya un joven sin interés alguno por el sexo femenino y célibe– se hizo amigo de los Buzzcocks y canalizó su pasión por cantar y la escritura en una primera incursión musical junto a Bill Duffy, guitarrista que le abandonó por Threatre of Hate pero le puso en contacto con Marr. Era finales de 1982… y el principio de The Smiths. “Sacudido” por “el talento casi antinatural” del guitarrista, Morrissey pasó meses concentrado en la realización de “nuestro sueño”.

“Por primera vez en mi vida, el futuro es más importante que el pasado”, escribió el cantante sobre aquellos primeros pasos del grupo, que tomó “un nombre atemporal y poco susceptible de envejecer” como ariete y se completó con el bajista Andy Rourke y Mike Joyce, buenos instrumentistas pero meros comparsas en lo creativo y empresarial. El empujón llegó con la cesión gratuita de una sala de ensayo y un primer single, Hand in glove, que se editó en el primer trimestre de 1983, y al que siguieron This charming man, y ya, a finales de año, su debut homónimo, que incluyó ambos temas y sumó grandes canciones como Reel around the fountain o You´ve got everything now. El álbum se alzó al nº 2 de la listas de éxitos de Gran Bretaña… y allí comenzó una insatisfacción que Morrissey no ha abandonado en toda su carrera. Artistas más adocenados, sensibleros o productos de la época como Thompson Twins o Phil Collins, sumado a la errónea o casi inexistente política de promoción de su sello, Rought Trade, impidieron que sus discos llegaran al nº 1 y apenas pisaran las listas de USA a pesar de la histérica y creciente horda de fans que babeaba en sus conciertos.

Bocazas y solitario

Aunque The Smiths cambió la vida del solitario, célibe, arrogante, bocazas y con tendencias suicidas Morrissey, el sonido del debut, producido por John Porter, no contribuyó a hacer feliz al vocalista. “Fue una grabación fracasada, endeble y delicada, sin la potencia de los directos”, según el cantante, cuya relación con sus magníficos discos posteriores de estudio –Meat is murder, The queen is dead y el postrero Strangways, here we come– mejoró con la colaboración a los mandos técnicos de Stephen Street.

A pesar de que sus discos, casi siempre con portadas de fuerte contenido hemoerótico, empezaron a trasladar “la potencia de central eléctrica” del directo del cuarteto, Morrissey alimentó un sentimiento radical de manía persecutoria respecto a la industria y los medios de comunicación. No ayudaron tampoco algunas de sus valientes letras, que alternaban un romanticismo poético y exacerbado con radicales defensas del vegetarianismo o la crítica política a la Corona británica y después a Margaret Thatcher.

Strangways…, su “obra maestra”, según sus líderes, marcó el final del grupo en 1987. Volvió a quedarse en el segundo puesto de las listas y fue su último suspiro, con sus miembros “ansiosos de vivir pero anhelando dormir, consumidos hasta límites inconcebibles”, recuerda Morrissey. Marr no perdió el tiempo junto a Bryan Ferry y The Pretenders mientras el cantante rumiaba su soledad antes de lograr la gloria –y más ventas– en solitario.

Por cierto, anuncia disco nuevo en 2023 con colaboraciones de Red Hot Chili Peppers, Iggy Pop y Milley Cyrus aunque esta última ha pedido que se retire la canción en la que aporta coros. Cuarenta años después y aunque iniciaron algo maravilloso no acabó bien, como titulaba su memorable canción, The Smiths mantienen ese brillo que les acompañó siempre. l