El festival solidario Aitzina Folk no descansa. Todo lo contrario. Hoy a partir de las 19.00 horas, se vuelve a encontrar con el público, esta vez desde el escenario del Félix Petite (centro cívico Ibaiondo). Allí estará esperando Kuttune, proyecto impulsado por la percusionista, cantante, compositora y arreglista de Artziniega Nerea Quincoces, que ha involucrado en esta apuesta por el folk fusión a Jordi Arcusa (bajo y arreglos), Irene Gil (flauta), Aingeru Torre (saxofón), Pablo Dávila (alboka y clarinetes), Charlie Santiago (voz), Aritz Mugartegi (ud, bouzouki, percusión y voz), Unai Olabarri (batería), Pablo Bueno (guitarra) y Tania Loza (piano).

Llegan al Aitzina en la gira de presentación de su primer disco, ‘Hauxe da!’ y tras haber ganado el Folkez Blai. ¿Qué se va a encontrar el público esta tarde?

–Es una propuesta en directo que suele llamar mucho la atención porque tenemos mucha instrumentación. Vamos a tocar un repertorio enraizado en la música tradicional de Euskal Herria. Muchos de los temas están basados en melodías tradicionales, aunque también hay composiciones originales, sin olvidar que en algunos casos salimos a otros puntos de la península ibérica, como Galicia, por ejemplo. Lo que ofrecemos es una música con muchos timbres y texturas diferentes a lo largo del concierto. Las nuestras suelen ser actuaciones muy vivas porque hay mucha percusión y muchas mezclas rítmicas.

Siempre es complicado conformar y mantener un proyecto con diez personas, pero es que en este caso además se ha hecho durante la pandemia. ¿Cómo ha se han animado a seguir adelante?

–(Risas) Justo antes de la pandemia, tenía la ilusión de crear un grupo de folk. Sin saber lo que nos venía encima, empecé a llamar a músicos para ver si querían sumarse. No pensaba en lo práctico, sino en lo que a mí musicalmente me tiraba. Con las necesidades que iba encontrando al componer, me fue surgiendo el llamar a todos estos músicos. La pandemia, por lo menos, me dio más tiempo para componer. Además, aunque no ha sido el contexto más propicio para mantener un grupo de diez personas, es que nos hemos juntado músicos que sabemos trabajar muy bien en conjunto. Aunque ha sido difícil incluso ensayar, trabajamos bien juntos y hemos sacado todo adelante.

La formación gusta de visitar con su música también ritmos africanos, latinos y demás. Hay gente que escucha hablar de folk fusión y se le ponen los pelos como escarpias.

–Lo que intento, desde la humildad, es fijarme en todas las personas que componen la fuente más fiable de cómo se tocaba antes, que conocen la raíz, para, a partir de ahí, darle un punto de vista propio. Lo que intento es mantener esa raíz, no romper totalmente el origen. Por ejemplo, a la hora de componer yo un arin-arin, el arreglo que yo haya hecho tiene que permitir que si hay alguien entre el público que lo sepa bailar, pueda indentificarlo y poder bailarlo. Intentamos mantener esa raíz tradicional y actualizarla. Además, es necesario que haya grupos que hagamos esto, que le demos otro aire a la música tradicional. Hoy se están mezclando muchas cosas y también convivimos con personas de otras culturas, de otras raíces. Para mí son mezclas que vivo de manera natural.

Pero tiene que ser complicado ‘coser’ músicas de raíz distintas.

–Es complicado encontrar el punto en el que no rompas demasiado la raíz. Si voy a componer una jota tradicional vasca, si quiero darle un toque diferente, puedo meterle un ritmo africano. Pero cuando estás escuchando el resultado, te entra bien al oído, suena a algo orgánico. Ahí está lo complicado, es donde me rompo la cabeza. Es la fusión pero con cuidado.

¿Toda vez que ha salido el primer disco, cuáles son los planes de futuro de Kuttune?

–Estamos muy emocionados con el futuro. Hemos empezado con una agencia, Balea, que quiere llevar nuestro proyecto. Además, la idea es grabar en 2024 un segundo disco. Y mientras tanto, el objetivo es poder tocar en directo todo lo que podamos y más. Además, este mismo mes vamos a grabar una composición nueva con el bertsolari Jon Maia. Va a hacer la letra para una canción nueva que he compuesto. Es muy motivante para nosotros poder trabajar con él, un honor.

De todas formas, al final de todo siempre está el público. ¿Cómo siente que ha recibido su apuesta?

–Desde que hicimos el año pasado el proyecto de crowdfunding para el disco, vimos que había mucha gente de todas las edades a la que le gustaba lo que proponíamos. Igual hay gente con más edad que te dice que un tema en concreto le recuerda, por ejemplo, a Oskorri. Y la gente más joven, con los ritmos más africanos o más movidos, tiene igual una conexión más directa. Hay un abanico bastante amplio en cuanto a franjas de edades a las que les puede gustar lo que hacemos.