El devenir de la historia hace que hoy Italia cuente, en realidad, con tres bibliotecas nacionales diferentes ubicadas en Roma, Turín y Florencia, aunque esta última es la mayor y más importante. De hecho, la Biblioteca Nazionale Centrale di Firenze, fundada en 1714, es toda una referencia en el ámbito internacional. Se calcula que sus estanterías tienen un incremento anual de más de 1,5 kilómetros lineales. Es solo un dato anecdótico, si se quiere, pero habla de la inmensidad de conocimiento que se guarda entre sus paredes, pero que también hace camino a través de Internet. Un gran e imprescindible patrimonio que, desde ahora, está también en manos vitorianas, en concreto, en las de la empresa IbaiScanbit.

La firma, filial de sistemas informáticos del grupo consultor LKS Next, ha sido seleccionada por la entidad italiana para el mantenimiento y la evolución de su software de gestión y su catálogo público de última generación, un trabajo que, tras ganar el perceptivo concurso público, se va a desarrollar, como mínimo, durante dos años. “Es llegar a una biblioteca nacional que es referencia para muchas otras”, un “cliente grande” como dice el director general de IbaiScanbit, Iñigo Lapitz, aunque la empresa gasteiztarra puede presumir, desde su fundación en 1991, de dar servicio a una amplia lista de entidades en diferentes continentes, incluyendo a importantes espacios culturales y universidades.

De esta forma, la Biblioteca Nazionale Centrale di Firenze tiene desde ahora una nueva oficina en la calle Pedro de Asúa –la firma ha pasado por sedes en la Avenida Gasteiz y la calle Prado–, un espacio en el que trabaja medio centenar de personas que, a grandes rasgos, centran su atención en dos grandes áreas. Por un lado, está el negocio de soporte de infraestructuras informáticas, que se desarrolla de manera fundamental en pequeñas y medianas empresa del entorno y provincias limítrofes, así como con instituciones y entidades públicas.

La otra gran área que centra su atención tiene que ver con los sistemas y servicios documentales, sobre todo dirigidos a lo que se llama GLAM (Galerías, Bibliotecas, Archivos y Museos). “Dentro de los programas de software, tenemos específicos para la gestión de bibliotecas, archivos, para repositorios digitales, metabuscadores de bienes culturales… Y están luego los servicios que tienen que ver con, por un lado, la digitalización de material físico, y, por otro lado, con la catalogación o la gestión de los metadatos de todos esos archivos digitales”.

El trabajo en la Toscana

La Biblioteca Nacional de Florencia adoptó hace unos años un sistema “muy moderno” de software libre que se llama Folio (Future of Libraries is Open-El futuro de las bibliotecas es abierto). “Es lo más reciente que hay para bibliotecas porque gestiona al mismo tiempo publicaciones electrónicas y físicas. Además, desde el punto de vista técnico, está construido como si estuviéramos hablando de las aplicaciones de los móviles, es decir, es como si tuvieras un Android y le pones las aplicaciones que cada uno quiera”, resume Lapitz.

La entidad italiana accedió a este servicio de la mano de una gran empresa norteamericana (Ebsco) y una firma italiana, aunque la falta de experiencia de esta última derivó en que la instalación no fuera del todo correcta. Por ello, ante la convocatoria de un nuevo concurso, la compañía de Estados Unidos propuso a IbaiScanbit dar el paso. El resultado es el ahora conocido. “Hasta el momento, estamos haciendo todo el trabajo desde Vitoria, también por la coincidencia con la pandemia. Si no hubiera sido así, seguramente sí se hubiera hecho algún viaje previo para la toma de datos, para ver las instalaciones” y conocer en persona a quienes conforman el departamento de informática con el que cuenta la entidad.

A partir de aquí, dos son los retos más importantes a afrontar. Por un lado, la integración real de la entidad toscana en el sistema de catálogo único para todas las bibliotecas de Italia, que se llama SBN (Servizio Bibliotecario Nazionale). “Ese enlace teóricamente estaba hecho pero no está funcionando bien”. Por otro, poner en marcha un metabuscador público. “En eso somos muy fuertes, seguramente en este momento, en esto seremos la primera o la segunda empresa europea. Una de las razones por las que ganamos el concurso era porque ofrecíamos implantar un sistema de un metabuscador con unas características y podíamos demostrar que habíamos hecho muchas instalaciones de este tipo de cosas en otros clientes”.

Con todo, en la empresa vitoriana son conscientes de que en algunos aspectos, sus trabajadores van a tener que empezar casi desde cero porque hay cuestiones que no se han llevado a cabo como estaba previsto. “Si haces bien las cosas, cuando llega el siguiente concurso tienes más puntos porque puedes demostrar el trabajo que realizas; eso hace que sea complicado que te desbanquen” y que tal vez estos dos años puedan ser más.

Dar a conocer el patrimonio

Cuando de servicios informáticos se trata, pudiera parecer que, como pasa en otros sectores y máxime ahora que tanto se habla sobre ciberataques, está cuestión de la seguridad debería ser la que liderase la lista de preocupaciones de instituciones culturales como la Biblioteca Nazionale Centrale di Firenze. Sin embargo, Lapitz describe que, por encima de todo, está la difusión, “trabajar para que la gente conozca que existen sus fondos”.

“Estamos hablando de información que es de dominio público, que se quiere dar a conocer cuanto más, mejor; lo que pretenden estas entidades, en general, es poner en valor el patrimonio que cada una tiene, y que la gente pueda acceder a él y lo consulte”, más allá de que reconoce que, en la mayoría de los casos, el trabajo de IbaiScanbit “básicamente es el mismo estemos hablando de una publicación de una biblioteca o de un informe de una empresa”. Desde el punto de vista de este proyecto en Italia, “es exactamente lo mismo, aunque hay otro tipo de servicios, como de catalogación o de tratamiento de metadatos, en los que si se tienen entre las manos documentos antiguos, hay mucho trabajo de análisis para catalogarlos bien”.

Además, hay peculiaridades del sector cultural que siempre hay que tener en cuenta. “Sobre todo los bibliotecarios y los archiveros son una gente que habla un idioma muy particular, tienes que estar muy metido. Normalmente un informático, la primera vez que va a hablar con un bibliotecario no entiende nada”, dice con una sonrisa el responsable de la firma vitoriana. “Es verdad que, sobre todo, en España durante años me he topado con una falta de conocimientos técnicos a nivel informático brutal. Sin embargo ahora, en estas instituciones y centros culturales cada vez está entrando más gente que ha estudiado la carrera de biblioteconomía o documentación, que son carreras que ahora están muy tecnificadas. De ahí está saliendo gente que viene con un conocimiento informático muy importante, que sabe que su trabajo ahora tiene mucho que ver con las tripas de Google”.

Todo ello en un mundo en el que el sector tecnológico avanza mucho en poco tiempo, lo que exige “una formación muy grande” y desarrollar de manera constante proyectos de investigación. En este sentido, “una de las cosas que nos ha ido bien a nosotros, siendo una empresa relativamente pequeña, es hacer alianzas, sobre todo en el mundo del software libre”. Pasos para seguir creciendo desde una Vitoria en la que igual a veces no trasciende como debieran las trayectorias de firmas punteras a nivel internacional. “Seguramente no somos conscientes pero imagino que hay más empresas de aquí que están trabajando en sectores así, de nicho, que son de las primeras de Europa aunque igual eso no tenga repercusión pública. Puede que en el barrio de San Martín no sepa nadie de nosotros, pero vamos a un congreso de bibliotecas en Riga (Letonia), como hemos estado hace poco, y nos conoce todo el mundo”.