“Parece que hoy, en este mundo en el que vivimos tan deprisa y en el que las ansiedades están a la orden del día, a la gente le cuesta emocionarse y expresar sus sentimientos”. Ante esa realidad, el primer poemario de Azalea Beltz se sitúa justo en el polo opuesto. Me asomé a la vida y respiré emociones (Talón de Aquiles) muestra a las claras sus intenciones y objetivos desde el mismo título. Desde lo íntimo a lo social, la palabra sirve para “abrir la ventana” y compartir lo que se ve, hacia dentro y hacia fuera, con el público.

A partir de ahí, “me encantaría que una persona que nunca haya leído poesía o que no lea mucho, pueda decir que le ha gustado poder entender lo que ha encontrado aquí, que se ha identificado y emocionado en algún momento. Que la gente pueda llegar a entender que hay emociones en todos los apartados de la vida y que la poesía va unida a esas emociones, que la poesía puede estar en cualquier sitio es lo que busco”, apunta la autora gasteiztarra en torno a un libro que se presentó de manera oficial hace unos días en la librería Mara-Mara, aunque lleva desde hace unos meses en el mercado.

Aunque “escribo desde que soy adolescente”, no ha sido hasta ahora cuando, tras la invitación realizada por la editorial valenciana, la escritora se ha lanzado a publicar. “Todavía no sé ni cómo dije que sí”, sonríe. Pero lo hizo y para dar forma definitiva a su debut se encerró en agosto de 2021 para cuidar cada detalle. El resultado es un poemario que discurre entre un currículum nada habitual y un índice que se escapa de lo normal.

Partes

Entre medio, recomendando una lectura sin prisa y recordando que no hay comunicación –tampoco poética– sin lectores y lectoras, la creadora estructura su obra en dos grandes partes. En la primera, bajo el título genérico de Emociones provocadas, lo íntimo toma protagonismo con el objetivo de ser compartido. Aparece así aquello que tiene que ver, por ejemplo con la pérdida del padre, la soledad o el amor. Desde lo personal y lo propio se plantean, en realidad, situaciones, sentimientos y emociones de una vida que podría ser la de tantas otras personas.

De ahí se pasa a las Emociones subversivas, a aquello que acontece fuera de esa esfera de lo íntimo pero que también influye, afecta, condiciona. Se habla así de cuestiones como la pandemia, de los comportamientos de la sociedad, del feminismo, la igualdad y el respeto. Se construye una mirada de dentro a fuera y viceversa a través de esa simbólica ventana, cuyo referente real se encuentra en un edificio de Donibane-Garazi.

Entre las palabras también se cuelan algunas imágenes, fotografías del archivo propio pero también una pequeña reproducción del cuadro de Díaz Olano El restaurante. Son complementos visuales que hacen referencia a algunos de los temas que cruzan un libro que se firma con seudónimo. “No soy Carmen Mola. No me escondo, pero quiero que la gente se centre en el contenido. En un mundo de tanta exposición a través de las redes sociales, lo importante no soy yo, es lo que hay escrito”, más allá de que usar esta fórmula también “me sirve para sentirme más cómoda”, igual que tomar parte, durante el confinamiento, en el proyecto online Aperitivos Poéticos de Jimmy Barnatán le dio seguridad antes de publicar.

Por de pronto Me asomé a la vida y respiré emociones es ya una realidad, mientras que otros dos proyectos están tomando forma. Páginas en las que también, de una manera u otra, se refleja las influencias y ecos de creadores como Silvio Rodríguez, Mario Benedetti, Gabriel Celaya, Gioconda Belli, Kepa Murua, Gata Cattana, Maya Angelou, Václav Hrabê y Miren Agur Meabe.