Cuando el calor aprieta y el aire acondicionado se convierte en nuestro mejor aliado, sobre todo para los que aún no están de vacaciones, la literatura puede ser una suerte de bálsamo mágico capaz de llevarnos a navegar, mojarnos los pies en frescas piscinas o sentir la fuerza del frío viento en la cara.

Y aunque esto solo sea un consuelo nunca se debe subestimar una buena lectura, porque si bien abrir un libro no hace que la temperatura baje, sí que puede llegar a construir una atmósfera, como proponen estas diez recomendaciones, en las que cada uno puede plantar su sombrilla donde quiere.

  • Océano mar (1999) de Alessandro Baricco: El escritor italiano, un mago constructor de universos deliciosos y apetecibles, publicó este libro en el que el océano es el protagonista de historias marcadas por las corrientes marinas y donde el mismísimo mar tiene voz propia.
  • Los aires difíciles (2002) de Almudena Grandes: La autora madrileña se alió de ese poniente y levante gaditano que tan bien conocía para hablar de amor, de superación, de dolor y de sanación tras un naufragio.
  • Gran Sol (1957) de Ignacio Aldecoa: A pesar de que era un vasco de interior, siempre adoró el mar. Es por ello que en esta novela propone meternos en la piel de los oficios del mar, algo que conoció de primera mano ya que se unió a los pescadores de altura de la costa cantábrica para poder contar su vidas, llenas de lucha, frustraciones y esperanza.
  • Corto Maltés (1969) de Hugo Pratt: Desde los marineros reales a los ficticios, en concreto al más literario del Siglo XX, Corto Maltés, este hijo de una gitana de Gibraltar de mirada profunda con el que perderse a lo largo y ancho del mundo para surcar Bajo el sol de medianoche o bailar al ritmo de La balada del mar salado, donde Pratt hizo suyo el universo de las islas y los océanos.
  • Moby Dick (1851) de Herman Melville: Sin dejar el mar, que para eso lo necesitamos más que nunca estos días, recuperar otro clásico siempre es una buena opción, sobre todo si se trata de esta historia que nos sube al Pequod en busca de un gran cachalote blanco.
  • El viejo y el mar (1952) de Ernest Hemingway: Aunque se trata de una novela corta esta es una de las obras más grandes del escritor estadounidense, un amante del mar donde la ternura y la crudeza de la soledad se sumergen en la inmensidad del mar.
  • La playa (1942) de Césare Pavese: De la playa peruana de Cabo Blanco, a las colinas del Piamonte y las bulliciosas playas de la Liguria italiana, los escenarios de esta novela del autor italiano donde la despreocupación de los días veraniegos contrasta con las plúmbeas dudas existenciales de sus personajes.
  • Llámame por tu nombre (2007) de André Aciman: Esta novela se desarrolla también en una localidad de la costa italiana. El estadounidense presenta a Elio y Oliver, un ejercicio literario luminoso que transporta a lo más profundo de los sentimientos y el erotismo entre dos hombres. Un paseo por esos rincones del amor donde siempre hay una brisa que mitiga el calor.
  • Sangre en la piscina (1946) de Agatha Christie: Las piscinas son también esos lugares deseados, y más accesibles para aquellos a los que la playa se les antoja como un oasis en este desierto estival. Así que nada mejor que mezclar piscina y misterio para convertir esta historia de la dama del suspense en la que Poirot tendrá que enfrentarse a una difícil red de relaciones amorosas para resolver un crimen que sucede junto a una piscina.
  • Doctor Zhivago (1957) de Borís Pasternak: Esta lista termina con una recomendación para los amantes del invierno. En estas páginas Pasternak nos lleva al helador Moscú en plena Revolución de 1917 (pese a que la versión cinematográfica se rodara casi en su totalidad en España) y recuperar la vida y pasiones del doctor Yuri Andréyevich Zhivago, este personaje con el que viajar por una época histórica que viene bien también recordar estos días.