De nuevo con un calor intenso dentro de Mendizorroza y pasadas todas las emociones de la primera doble sesión tras el homenaje a Iñaki Añúa, el Festival de Jazz ha afrontado este jueves otro encuentro con la que ha sido su casa durante tanto tiempo, salvo por el paréntesis de la pandemia. Le ha tocado abrir fuego sobre las tablas a Yazz Ahmed en su estreno en la capital alavesa con una propuesta un tanto diferente a la de sus compañeros de cartel, los Snarky Puppy, aunque eso no la ha intimidado. 

Detalles a un lado, la creadora ha acudido a Vitoria en cuarteto dentro de la gira que está pudiendo recuperar después de que la pandemia le fastidiase todos los planes tras publicar su disco Polyhymnia poco tiempo antes de que todo se parase. Pero hay cosas que no tienen remedio, así que mejor no quedarse en ese pasado. Por ello, la trompetista y compositora ha reunido a Ralph Wyld (vibráfono), David Manington (bajo) y Martin France (batería) para empezar un nuevo camino.

Ante un polideportivo con algo más de media entrada (sin contar, claro, la presencia masiva de abanicos), la artista ha ido sumando argumentos desde diferentes partes de su universo musical para componer una propuesta en la que jugar con la música y las posibilidades que ofrecen tanto cada uno de los instrumentos como los recursos tecnológicos. El público ha seguido atento la evolución, no pudiéndose reprimir en algunos momentos de aplauso aunque igual no era el instante que marcan los cánones. Da igual porque aunque lo que ha estado pasando sobre las tablas era exigente, el personal ha sabido seguir el camino trazado por el cuarteto, incluso a pesar de la saturación del sonido en algunos momentos.

La artista, además, ha sabido dejar que sus compañeros en el escenario volasen sin problemas pero también sin perder de vista la línea trazada de antemano, porque tan malo es ser estricta hasta el exceso como dejar que todo se desmadre sin sentido. A destacar el papel de Wyld al vibráfono, porque de un tiempo a esta parte, el instrumento ha perdido mucha presencia en el jazz y es de agradecer que haya quien lo ponga en valor sabiendo sacarle gran parte de su jugo. 

Es verdad que tal vez a la actuación le ha faltado algo de cercanía por parte de la líder de la formación, pero hay veces en las que todo se dice con la música y no hay mucho más que añadir. Lo cierto es que la actuación ha sabido ser tensa y enérgica cuando lo requería, y delicada y sutil cuando era el caso. Una creadora a seguir por parte del festival.