Tras ocho años de actividad, centrados sobre todo en el impulso y la realización de diferente tipos de propuestas culturales, Oihaneder Euskararen Etxea ya es historia. Ayer por la tarde, el cierre del ciclo Kortxeak & Krispetak protagonizado por el concierto que ofrecieron los donostiarras Liher en el Jardín de Falerina sirvió también para bajar el telón en lo alto de la colina, a la espera de que un nuevo espacio nazca en breve en la calle Herrería.

Lide Hernando Muñoz en pleno concierto de Liher. | FOTO: PILAR BARCO

Desde su inauguración el 15 de octubre de 2014, hasta ayer, más de 66.500 usuarios se acercaron a las cerca de 900 actividades organizadas en Oihaneder, sin perder de vista en este balance que la pandemia ha condicionado todo durante los dos últimos años. Como hace poco explicaron sus responsables, el espacio está más que satisfecho de haber servido de escaparate durante este tiempo a la cultura vasca. “La oferta ha sido extensa y variada, y se han programado diferentes disciplinas culturales, además de organizar actividades dirigidas a diferentes segmentos de público con el fin de tener un impacto lo más amplio posible. Han sido incontables las propuestas recibidas y se ha dado cabida a la mayoría de las posibles. Porque eso es lo que necesitan los creadores vascos: plaza y escenario, altavoz y atención. Oihaneder, además de ser la plaza, también ha habido quien ha llenado las sillas, ya que durante estos ocho años se ha formado una amplia comunidad de usuarios”.

En este sentido, se ha recordado que “este proyecto nació para incidir en la normalización, la revitalización del euskera en Gasteiz y pensamos que como acicate cultural se ha hecho un trabajo intenso, porque creemos en el valor transformador de la cultura, como herramienta”.

Convocatorias de ayudas, programas de exposiciones, conciertos, representaciones teatrales, proyecciones, campañas de financiación colectiva, conferencias, encuentros, talleres, ciclos infantiles y un largo etcétera de citas se han ido sucediendo en Montehermoso, que ha servido como sede temporal de lo que nació como primer pilar del Kafe Antzokia de Vitoria, que tras mucho esperar parece que va a abrir sus puertas dentro de nada. Las miradas se centran ahora en otro punto del Casco Viejo. Arriba, el centro cultural sigue su camino aunque pierda una parte de su actividad actual. Abajo, en Herrería se afronta otro reto, aunque no se empiece desde cero gracias a Oihaneder.