- 23 conciertos será el cómputo que The Rolling Stones alcanzarán mañana en España cuando salten al escenario del Wanda Metropolitano de Madrid tras medio siglo de visitas a un país que ha pasado de verlos como la auténtica personificación del demonio a santificarlos.

La primera vez que pusieron un pie en territorio nacional corría el año 1976, solo 8 meses después de la muerte de Franco, el dictador bajo cuyo mando se habían censurado lanzamientos previos como la icónica portada con la entrepierna de Sticky fingers (1971).

No tanto por ellos como por los obstáculos que pusieron los diversos estamentos oficiales, no fue fácil cerrar aquella actuación en Barcelona, fraguada por un joven promotor llamado Gay Mercader que previamente había logrado traer a España a otros elementos “indecorosos” del rock.

Para la celebración del evento contaban con todos los permisos, pero a solo mes y medio el ayuntamiento se echó atrás al acusar la fuerza de su leyenda negra. Mercader y su equipo llegaron a cambiar tres veces la ubicación hasta contratar la Monumental de Barcelona, con un aforo menor que obligó a elevar el precio de las entradas hasta las 900 pesetas. A pocos días del concierto Keith Richards tuvo un accidente de tráfico en el que no sufrió graves daños, pero se encontró una sustancia estupefaciente (cocaína) que sirvió para ampliar su mitología infame.

Toda la tensión en torno a Sus Satánicas Majestades se materializó en una actuación policial represiva, con cargas a caballo, porrazos y lanzamiento de botes de humo. Fue una noche aciaga en la que, como reconoció Mercader, la gran suerte fue que no se produjeran fallecidos.

Su gran reconciliación con el público español llegó en 1982, pese a que las circunstancias de partida no parecían muy halagüeñas: un temporal azotó el estadio Vicente Calderón de Madrid. “El decorado quedó a merced del viento y en medio de esa furia desatada saltaron al escenario y comenzaron a tocar”, recordó Víctor Manuel, uno de los asistentes.

Las guerras por traerles eran cada vez más intensas, con cifras de contratación en proporciones astronómicas. Les tomó el relevo el estadio de El Molinón de Gijón en 1995, esta vez con motivo del Voodoo Lounge Tour.

Keith Richards se rompió una costilla durante el tour de Bridges to Babylon en 1998 y eso obligó a recortar sus actuaciones en España, que fueron tres. Galicia volvió a recibirles un año después con la gira No security y por su 40º aniversario, celebrado en 2003, volvieron a Madrid dentro del Licks tour. El año 2006 representó un alto en su flirteo con el público español al verse cancelados los cuatro compromisos contraídos, dos de ellos por una laringitis de Jagger y los otros dos por un accidente estrambótico: Richards se lesionó al caerse de un cocotero. Un año después intentaron reparar el daño con otros cuatro conciertos: San Sebastián, Barcelona, Madrid y El Ejido (Murcia), pero por los altos precios y los precedentes de 2006 ninguno agotó entradas.

Hubo que esperar bastante hasta sus últimas visitas a España, en Madrid en 2014 y Barcelona en 2017. La estrategia había cambiado: un único show que, dada la edad de los roqueros, les confirió el aura de espectáculo excepcional. No anduvieron muy errados. A este 24º asalto a España llegan con tratamiento de jefes de Estado pero mermados tras el fallecimiento en 2020 del batería Charlie Watts, lo que probablemente multiplique aún más las sensaciones de asistir a un fenómeno irrepetible y celestial.