- Hace casi veinte años que el actor y director de cine Bernard Campan vio por la tele a un filósofo y escritor suizo muy joven, inteligente y sensible y con una capacidad de comunicar excepcional a pesar de sufrir parálisis cerebral: Era Alexandre Jollien. Desde entonces, son amigos.
Este viernes, ambos debutan en España como protagonistas y directores de una película divertida, emocionante, sencilla y profunda, Mentes maravillosas, habla de su amistad, de la rutina de un discapacitado y de lo bella que es la vida cuando se mira cualquier situación con empatía.
“La base de esta película es mi amistad con Bernard, que es un hombre muy espiritual”, explica Jollien, en una entrevista realizada en el marco del 25 Festival de Málaga, donde la película se alzó con la Biznaga de Plata del premio del público.
La historia comienza cuando Louis (Campan), un hombre solitario que dirige una funeraria atropella sin querer el triciclo con el que Igor (Jollien) reparte sus verduras ecológicas por el barrio. Louis descubre que Igor es divertido, amante de las citas filosóficas y que pasa su tiempo libre leyendo a Sócrates, Nietzsche y Spinoza, una curiosidad teniendo en cuenta que tiene parálisis cerebral y ni su habla ni sus movimientos son fluidos.
“Es que la filosofía ha sido lo que me ha salvado en la vida real”, asegura el escritor de best-sellers filosóficos como ¡Viva la libertad! o La sabiduría pícara, de donde parte esta película.
Ambos personajes emprenden una road movie en el coche fúnebre de Louis para llevar el cuerpo de la difunta Madeleine al lugar donde debe ser enterrada; en ese recorrido, se van conociendo a fondo. Y les van pasando cosas, algunas, extraordinarias, como que Igor mantiene su primer contacto sexual con una mujer.
“Es todo verdad, la escena de amor con la prostituta es autobiográfica”, se sincera Jollien. Y una de las más bonitas, considera. Se muestra, transparente, “la vergüenza del cuerpo, la dificultad de ser aceptado”.
Para él, convertirse en actor era “muy complicado”, porque “el cine se reduce mucho a la imagen y temía quedar reducido a mi minusvalía”. Le convencieron su mujer, que le instó a dar visibilidad a las personas que nunca tienen voz, y Bernard, que le pidió “no actuar, sino ser”.
Jollien resume que fue muy divertido experimentar todas estas cosas con un amigo y que tuvieron que ensayar mucho para “sufrir menos”, crear dos personajes “para dar una realidad a este estado del espíritu”.
Y presume del sentido del humor de la cinta. “El humor -sentencia- siempre viene de la realidad, no es una postura”, para aceptar que hay más de un punto de conexión entre Mentes maravillosas y cintas como Rain Man o Intocables, ésta última, una de las películas francesas más taquilleras de la historia.