Dos ases de la comedia, Carmen Machi y Quim Gutiérrez, demuestran oficio y química en Amor de madre, una película de Paco Caballero (Donde caben dos, Perdiendo el este) que propone descubrir a la mujer que hay “delante, detrás o dentro” de cada madre y que se estrena hoy en Netflix.
Una comedia que reivindica a todas esas mujeres que durante generaciones han renunciado, “y siguen renunciando”, asegura la actriz, a muchas cosas para cuidar de su hogar y su familia. En este sentido, Machi confía en que esta película, que aborda las relaciones entre madre e hijo de forma “muy reconocible”, sirva para que algunos espectadores “rectifiquen ciertas actitudes de su vida”. Y es que uno de los puntos más interesantes de Amor de madre es que toca temas “importantes, emotivos y emocionales” pero todo “envuelto en comedia”, un género que reivindica, especialmente, en tiempos de dificultad.
“Mari Carmen es una ama de casa responsable y cuidadora que de pronto, con esta distancia del viaje, se da cuenta de qué liberador es aparcar esa responsabilidad, mirarse a sí misma, cuidarse un poco y pasárselo teta”, explica Carmen Machi. “Empieza a ver que, como ser humano, tenía mucho más que recibir y este viajazo le devuelve al hogar renovada y sobre todo habiendo hecho una reflexión muy importante, que es que ella se cae bien a sí misma”, agrega.
A José Luis (Gutiérrez) lo acaban de plantar en el altar y, por si fuera poco, a Mari Carmen (Machi), su insistente madre, se le ha metido entre ceja y ceja acompañarlo en su luna de miel con la excusa de no tirar el dinero. A cada minuto que pasan juntos en Mauricio, José Luis se siente más infeliz y fracasado. Mari Carmen, por su parte, se lo está pasando en grande, está haciendo todo lo que siempre ha querido hacer y se desvela como la maravillosa mujer que es y que su familia es incapaz de ver.
RELACIÓN MADRE-HIJO
El plantón en el altar de Gutiérrez en el arranque de la película recuerda al comienzo de otra gran comedia, Primos, de Daniel Sánchez Arévalo, donde a su personaje le sucedía lo mismo, una coincidencia que el actor asume con humor y elegancia. “Yo creo que visto el traje bien y como el altar está arriba y a mí el plano desde abajo me favorece, creo que es un acto de solidaridad de los directores, que me quieren ver favorecido... y luego creo que tengo una cara de perder muy provechosa, soy una persona que pierde bien, bromea.
Gutiérrez destaca del filme que, detrás de la comedia más evidente hay un viaje de descubrimiento del otro y de autodescubrimiento. “Probablemente José Luis y Mari Carmen se llevaban bien de pequeños, pero esa relación se quedó estancada en la adolescencia, un momento en el que resulta difícil redefinir las reglas entre padres e hijos, y él se sigue comportando con ella como un adolescente”, señala. Y cada minuto que pasan en la isla, lejos de la rutina del día a día, mientras José Luis se siente más infeliz, Mari Carmen se lo pasa en grande viviendo algunas de las experiencias con las que siempre había soñado y descubriendo la divertida y maravillosa mujer que es en realidad. “De pronto se da cuenta que puede vivir su propio viaje. Quiere a su hijo con locura, pero también necesita estar sola”, señala Machi
Pero en cuanto pisa islas Mauricio, Mari Carmen se redescubre y le muestra cosas que él nunca ha visto. “De la forma mas inesperada se convierte en un referente para salir de su propio ensombrecimiento, aprende que hay que disfrutar de la vida y tomarse en serio las señales que la vida te ofrece sobre cosas que a lo mejor deberías cambiar”, subraya el actor.
COMPLICIDAD
Gutiérrez se dio a conocer con Azuloscurocasinegro, con la que obtuvo un Goya al mejor actor revelación. Machi también tiene un Goya, a mejor actriz de reparto, por Ocho apellidos vascos. Es la primera vez que coinciden en la gran pantalla y la complicidad entre ambos salta a la vista. “Sabía que iba a disfrutar mucho porque, como espectadora, siempre me había parecido que Quim manejaba de una manera envidiable la normalidad en la comedia”, apunta Machi. “Él te arrastra a ese tono que para mí es perfecto, es como encontrarme con mi espejo”, agrega. “Lo que no me esperaba es que lo fuera a querer tanto, ahora lo quiero de una manera que no puedo vivir sin él, en serio, solo quiero trabajar con él, tengo un problema enorme”. Y Gutiérrez define a Machi como “un icono de la interpretación en este país ... y más allá. Me desmontó las defensas y mis miedos en el primer abrazo y a partir de ahí jugamos a ser madre e hijo durante las secuencias ... y también fuera”.