ruda, cargada de simbolismo, oscura y violenta, como es la historia que rodea a la férrea inspectora Elena Blanco. Así será La novia gitana en televisión, según cuentan sus creadores en pleno rodaje, defendiendo su propia versión de la historia que inaugura la saga de Carmen Mola y que está protagonizada por Nerea Barros. Antonio Mercero, uno de los tres nombres que se escondían tras Carmen Mola, ha participado en la escritura de guiones de una serie que, de hecho, según él mismo confirma, comenzó a gestarse antes de descubrirse la identidad de los autores. Posteriormente, entraron en el proyecto José Rodríguez y el director Paco Cabezas. Tras el proceso de escritura, Mercero se ha mantenido al margen del proyecto.

Una enorme casa en las afueras de Madrid es el escenario del rodaje de varias escenas. Allí han recreado la casa del policía Salvador Santos y algunas zonas de la casa de los Macaya, la familia gitana en torno a la cual gira la trama, después de que una de las hijas aparezca muerta de una manera atroz, años después de la similar muerte de su hermana.

Paco Cabezas confirma que está teniendo total libertad para realizar su propia versión de este universo. “Estoy muy contento con la adaptación porque creo que mejora el material original. Cuando alguien toma las riendas hay que seguir una dirección y lo bueno es que me están dejando llevar el barco y tengo una libertad creativa total”, explica Paco Cabezas. Su versión de La novia gitana, cuenta, tendrá referencias a El silencio de los corderos o a Seven, cintas que lo marcaron, y en ellas está volcando todo lo aprendido en grandes producciones estadounidenses en las que ha participado como Fear the Walking Dead o Penny Dreadful.

Cabezas apunta que se sintió atraído por poder “explorar el submundo de la delincuencia en Madrid”, la “policía medio underground” y el mundo gitano. Promete ante todo “imágenes muy potentes visualmente” gracias a los “lugares pictóricos” que el equipo ha encontrado en Madrid, ciudad protagonista de una trama “marcada por el mitraísmo, el catolicismo y un montón de referencias simbólicas”.

“Yo la llamo Elena la pantera, es una felina. Siempre está contenida porque no puede entrar en la emoción. Eso sería irse al hoyo. Siempre está en control y cuando aparece la emoción ella se va a la mierda”, cuenta Nerea Barros.

El proyecto de convertirse en una de las inspectoras más imaginadas por millones de lectores lo ha afrontado, confiesa, con respeto y con algo de miedo. “Creo que es una gran responsabilidad pero tampoco me puedo coartar por eso”, apunta. Lo que espera es que todos los lectores “puedan encontrar a una Elena Blanco que, aunque no sea la que hayan imaginado digan, sí, esta es Elena Blanco y me encanta”. “Todos sabemos que está esta frase en nuestra cabeza de “a mí me gustó más el libro que la peli”, pero en este caso cuando leí los guiones me quedé alucinada porque creo que la adaptación es impecable”, apunta Barros.

En el reto de convencer a los fans de la saga está acompañada de actores como Darío Grandinetti, Mona Martínez, Lucía Martín Abello, Vicente Romero, Francesc Garrido, Ginés García Millán, Mónica Estarreado, Moreno Borja, Lola Casamayor, Miguel Angel Solá e Ignacio Montes, que da vida a Zárate, quien llega a la vida de Elena Blanco para cuestionar su oscuridad. “Son ambos un rayo de luz en la vida del otro, personajes que cargan con circunstancias muy difíciles, arrastran traumas muy fuertes, dos animales heridos que se encuentran y se pueden lamer las heridas o acompañarse en este viaje”, cuenta Montes. Lo increíble de esta pareja, añade, es que tienen también “una fuerza y una valentía para hacer un mundo mejor”. Por eso, sentencia, es que son policías.