- Hace justo dos años, el confinamiento pilló a Tremenda Jauría en lo alto de una ola que no hacía más que subir desde su puesta en marcha en 2016. Pero como la palabra rendición no está en el diccionario de las madrileñas, la banda regresa con esa mezcla imposible para algunos en la que se citan la electrónica, el rock, el reggaeton o el punk. Todxs igual es su último trabajo, un disco que justo el pasado fin de semana empezó su gira en Madrid, siendo Vitoria la segunda parada. Así sucederá este viernes en una sala Jimmy Jazz en la que también actuará Romea. Todavía quedan algunas entradas disponibles.

Su última visita a Gasteiz fue en primavera de 2019, en un momento muy bueno para la banda que tuvo continuidad en los siguientes meses hasta que todo se paró.

-En verano de aquel año no paramos y después, además, tuvimos el regalazo de ir a actuar a Argentina y Uruguay. La idea era seguir girando todo 2020 y luego hacer un parón en 2021 para grabar nuevo disco. Pero llegó la pandemia y todo se detuvo. Nos pilló un poco a traspiés, pero bueno, como a todas. Y como todas hemos tenido que reorientar ruta, como cuando el GPS se pierde. Es verdad que al principio nos costó. No somos una banda muy de redes sociales y claro, en un primer momento de la pandemia, toda la pomada estaba ahí. Nosotras ni somos muy de redes ni estábamos con el ánimo de estar muy expuestas. Así que, como te decía, nos costó un rato reorientarnos. Pero bueno, pasado eso, y después del streaming que hicimos en junio de 2020, nos pusimos a pensar en el próximo disco, que ha terminado siendo Todxs igual. No ha sido fácil, pero este álbum nos ha servido de caramelo final a un proceso en el que hemos sabido parar y ver cómo estábamos. Nos hemos dado tiempo, no hemos caído en la ansiedad de estar por estar, cuando no nos encontrábamos bien. Este disco ha sido un poco una cura para nosotras.

Toda vez que el disco ya está en la calle, ¿qué le piden?

-Bueno, en realidad hay una parte que ya nos ha dado. Ha sido un faro para la banda. La pandemia es algo que nos ha venido dado pero que hemos aprovechado para parar y pensar. Y en este sentido, por lo menos de momento, está cumpliendo su papel. Además, el primer concierto en La Riviera, el pasado sábado, se dio solo 10 días después de publicarse el disco, y nos encontramos con que todo el mundo allí se sabía las canciones. El feedback que nos está llegando es espectacular. Hemos visto que un trabajo que pensábamos que era un antídoto para nosotras es también un antídoto colectivo. Ya estábamos felices y orgullosas del resultado pero es que ahora mismo estamos en una nube. Así que solo le pedimos que esto se mantenga.

Además fue empezar en casa, con el público ya de pie, sin restricciones de aforo y todo vendido. Tuvo que ser como volver a hace dos años.

-Total. El concierto fue un regalo. También detrás hay muchos meses de trabajo, de nervios, de expectativas, de inversión de tiempo y energías. Cocinar un disco no es poca cosa. Puede pasar que te guste un montón el álbum que has hecho y que no conecte con nadie. Pero ver que sí lo hace, que la gente lo siente suyo, que una sala se llena para escucharlo, eso es increíble.

Cuando en cualquier ámbito artístico se mezclan propuestas diferentes, que incluso pueden parecer antagónicas entre sí, el peligro de meter la pata es importante. Pero Tremenda Jauría, desde su arranque en 2016, ha demostrado que su marca de la casa funciona y crece. ¿Dónde está el secreto?

-No lo sé (risas). En realidad, lo nuestro no fue algo premeditado. Nosotras somos un grupo de colegas que montó una banda y se le fue un poco de las manos. No hicimos nada más que tratar de hacer producciones musicales que tenían que ver con lo que escuchábamos, que era reggaeton, cumbia o rap, y en las que había letras cuyo contenido tenía que ver con lo que vivíamos en Madrid. Queríamos hacer ritmos que bailábamos con letras que tenían que ver con nuestras vidas. De repente, ese punto de partida vimos que cubría un hueco que había a nivel de disfrute colectivo. Llegamos con una propuesta que cuajó de tal forma que no nos imaginábamos. Dimos un par de bolos en Madrid y, sin casi darnos cuenta, nos empezaron a llamar de otros lugares del estado español. La nuestra es una propuesta nacida desde la honestidad, no sabríamos decir si existe una clave de éxito. No pensamos: venga, vamos a hacer reggaeton que es lo que lo peta. Hacemos lo que escuchamos y cantamos lo que nos pasa. Lo que nos ha sucedido con esto es una suerte. Tremenda Jauría ha sido un regalo desde el principio.

Lo decía porque en una sociedad en la que, por ejemplo, a los medios nos encanta etiquetar todo, también en la cultura, o en la que el volumen de ofendidos por cualquier cosa está en crecimiento permanente, Tremenda Jauría no deja de ser una molestia.

-Sí, tienes razón. ¿Pero sois reggaetoneros o punkis?¿Qué es esto de usar el Auto-Tune?¿De qué va lo de hacer versiones de Eskorbuto o de Kortatu a modo de cumbia?¿Cómo que reggaeton si es machista? Eso ha existido. También ha sido una primera reacción a lo nuevo. Pero si tenemos que poner en una balanza lo que ha reaccionado así y la parte que ha aceptado nuestra propuesta, lo segundo gana de manera muy, muy clara.

El nuevo disco llega también con una incorporación a la banda. ¿Desde los inicios, qué permanece y qué ha cambiado en el grupo?

-Permanece que sigue habiendo entre nosotras mucha complicidad, ternura, afectividad. Somos una familia. No somos una serie de personas que se juntó para montar un grupo. Éramos colegas y varias vivíamos juntas. Así que éramos una familia que de repente montó un proyecto musical que se convirtió en un proyecto económico en el que todo lo hacemos nosotras. Hay una base de Do It Together con la que la banda siempre se ha sentido cercana. Por supuesto, hay un montón de cosas que han cambiado. La pandemia nos trajo a Saray Sáez a la batería, por ejemplo. Creo que en este tiempo nos hemos profesionalizado como equipo de trabajo, también en la producción de nuestros temas. De hecho, ahora escuchamos alguno del principio y decimos: ¡madre mía, somos nosotras!. Ahora escuchas Todxs igual y te das cuenta de esa evolución.

La gira se pone en marcha ahora y son varios los puntos de Euskal Herria que van a visitar en esta primera parte del tour. Es un sitio en el que siempre han tenido muy buena aceptación.

-Muy buena y mucha, además. Es algo que nos llena el corazón. Es un territorio que siempre nos ha acogido muy bien, en el que hay proyectos y una comunidad muy potente que siempre nos recibe con un cariño especial. Hay un tejido político brutal, un tejido feminista brutal, y nosotras nos sentimos muy, muy cómodas. El feedback que siempre recibimos allí es indescriptible.