- De ser el peor estudiante y el hijo rebelde y conflictivo a convertirse en el ganador de un concurso televisivo que mueve masas, primero, y a entrar después en la élite de la cocina. El chef Carlos Maldonado cuenta su historia en Raíces, un documental estrenado en RTVE Play.

Pese a que él la define como “una vida cualquiera”, llena de “éxitos y fracasos”, en la que se ha caído y se ha levantado, la de Maldonado no es una historia corriente, pues todo iba encaminado hacia cualquier lugar, menos al que ha llegado. Es el claro ejemplo, cuenta él mismo, de un fracaso estudiantil, producto de “una educación estándar en la que solo se sigue una línea educativa en la que o vales para eso o no sirves para nada”. “Nosotros hemos sido malos estudiantes, los malos de clase, entonces te lo dicen y te lo terminas creyendo, que eres malo, que no sirves, que no vales. De pequeño eres una esponja (...) Salimos a la calle, nos sentimos arropados por un bando y nos sentimos útiles y fuertes en ese bando. Y hacemos cosas desagradables y malas que pueden dañar a otras personas”, apunta.

Ahí, recordando esta época de calle y líos, es donde arranca el documental que, producido por Shine Iberia (productora de MasterChef) y RTVE y dirigido por Hernán Zin (2020, Nacido en Siria), cuenta con dos episodios que viajan hacia sus orígenes y que buscan que el público reflexione. “Quiero que cuando veamos ese documental se ahonde en esto. La calle me enseñó un camino, el camino erróneo. Y ese es el gran error, el camino fácil, irte a la calle, rodearte de un grupo de chavales que están en la misma situación que tú y cometer esos errores. Pero todos valemos para algo, todos somos útiles, lo único es que no encontramos nuestro lugar, no nos lo enseñan”, explica el cocinero, dueño del restaurante “Raíces”.

A él el camino se lo enseñó una moto estampada, primero, y después una casualidad. Lo primero llegó de sopetón y lo cambió todo, le hizo reflexionar, ser más consciente de sus actos y comenzar a labrarse un futuro. Ahí nació una de sus primeras pasiones, la venta ambulante, que realizaba con su padre cada día, de pueblo en pueblo. Y, lo segundo, fue por un empeño de su madre, que le convenció para apuntarse al cásting de MasterChef. “Fue una casualidad, suerte, totalmente suerte. Si yo no hubiese topado con MasterChef a saber qué sería hoy de Carlos. Si yo no hubiese cogido una moto con una chica y me hubiese estampado...”.

No solo logró entrar en MasterChef en su tercera edición (2015) sino que desde el primer momento fue el concursante favorito de jueces y público, y el más alabado. Al salir, decenas de contratos publicitarios, programas de televisión y otras actividades le estaban esperando. Y disfrutar de uno de los premios del concurso, un máster en el prestigioso Basque Culinary Center, que al principio vivió como una pesadilla porque no estaba al nivel, algo que pronto le pusieron de manifiesto. “Me recomendaron cogerme otro cursito rápido para terminar cuanto antes y dije, qué va, me tendréis que suspender, pero yo me voy a quedar aquí”. Allí va la gente a actualizar sus conocimientos, son jefes de cocina y yo “hola, soy Carlos Maldonado y he ganado MasterChef”... Es que eso es fuerte”, apunta.

Maldonado aprobó “por los pelos” a base de muchísimo empeño, aprendió todo lo que pudo y sacó “el valor de llevar a cabo las ideas, montar un restaurante y poner en práctica todos esos conocimientos”. “Al cabo del tiempo, gracias a la suerte, el esfuerzo y el sacrificio y muchos factores que han influido he podido callar bocas”, añade. A través de la plataforma de la televisión pública, Raíces navega por los rincones íntimos de un joven que ha dedicado los últimos años de su vida a callar bocas a base de éxitos y al que le queda todavía un mundo de planes por cumplir.