- Seis años después y cuando se cumple un cuarto de década desde su formación, Seiurte regresa a las ondas radiofónicas y a la carretera. Los de Berriz, una de las joyas escondidas de la escena euskaldun, vuelven con Cabo Cañaveral (Estoldetan), disco autoeditado fiel a su estilo pop-rock de herencia británica pero “muy cañero y de apisonadora en directo”. Tras iniciar su gira este fin de semana en Tolosa, les espera el gaztetxe de su pueblo, Berriz, el 12 de febrero.
Seiurte soplan 25 velas este 2022... Y siguen siendo un misterio para la mayoría de seguidores de la música euskaldun, en los que se sienten como “una isla”. Iokin Elortza (guitarra y voz) sigue al frente del cuarteto, secundado por su hermano Iñaki, a la guitarra, Julen Oarbeaskoa, al bajo, y el joven Martin Sarasketa, su primo, a la batería, en sustitución de su otro hermano, Ekain, integrante de los exitosos Morgan. “Ekain sigue miembro del grupo y grabando los discos, pero no le da la vida”, explica Iokin.
Seiurte se suelen tomar las cosas con calma, pero este séptimo disco ha tardado más de lo habitual, casi siete años. “Es un poco por todo, por la autoedición, que da mucho trabajo y pereza, y a la vida en sí. Cuando empezamos tardamos un año entre el debut y el siguiente disco. Al principio, nuestra vida era Seiurte, poníamos más ímpetu. Ahora lo tomamos con otra filosofía, editamos cuando tenemos temas”, indica Iokin, que deja claro que “la pasión y la ilusión” es su combustible.
“El grupo es una afición, como la jardinería o el coche para algunas personas que lo tunean. La nuestra es Seiurte, proyecto en el que gastamos nuestro tiempo y dinero. Si tuviésemos otros motivos, como ganar pasta o ligar, lo hubiésemos dejado hace mucho. La música es nuestra vida, ya que cuando no estamos con el grupo nos vamos a ver otros conciertos”, prosigue el líder de la banda, que reconoce que la pandemia “nos ayudó a componer más y más rápido” ante la carencia de “oferta cultural y hostelera”.
El título de Cabo Cañaveral alude en una canción a un luchador mexicano pero esconde una metáfora que une la estación espacial homónima estadounidense con “el nuevo despegue” del grupo con este disco grabado en los estudios Gaztain de Zestoa con Eñaut Gaztañaga (Grises y Ezpalak). “Eñaut ahora está en la cresta de la ola, pero nosotros trabajamos con él desde hace casi 10 años”, responde Iokin, para quien el músico y productor “nos entiende y aporta mucho”, y, además, “mejora nuestras ideas con efectos y sintetizadores, modernizando el sonido clásico y orgánico que tenemos”.
Seiurte siguen fieles a su estilo pop-rock o indie-rock. “Tenemos una línea definida aunque siempre damos algún paso diferente”, según su líder, que defiende la música “de guitarras y melodías” sin pregrabaciones y con influencias claramente británicas -hay guitarras claramente U2-, pero también euskaldunes. “Empezamos con el punk de RIP y La Polla, pero nos gustaban también Jotakie, Zarama, Itoiz... Y a la hora de crear nos tiraba más esa onda más pop - rock”, apostilla Iokin.
Tras iniciar gira este fin de semana en Tolosa y a la espera de poder tocar en Berriz y, si se cumplen sus sueños, en Bilbao, en el Kafe Antzokia, Seiurte defiende que las canciones son “el relato de la época en la que han sido creadas”. Y lo cantan en su tema Mezulariak, que aporta cierto cariz político en sus versos.
“Las letras de la Movida aluden a las cosas que sucedían entonces en la capital madrileña y las de Euskadi, desde los 80, lo mismo. Hablo de que las canciones de nuestra vida son el relato de lo vivido. Es un homenaje a ellas, forman parte de nuestra esencia y forma de ser”, concluye.