engamos la memoria en paz. En esencia, esta es la meta de Gogora, Instituto de la Memoria, la Convivencia y los Derechos Humanos de Euskadi, al que debemos el programa Memoria Eraikiz y sus cuatro documentales que ETB comenzó a emitir el pasado lunes. El primero es impactante, pleno de certezas y gran estética, con los testimonios de concejales que fueron perseguidos por ETA al modo mafioso, una historia incómoda que relata y analiza sin precipitarse en el revanchismo del que hace gala, entre otros, el Memorial de Víctimas del Terrorismo, ese chiringuito de trinchera que el Estado plantó en Vitoria-Gasteiz para malversar la realidad.

Las voces intimidadas, dirigido por Maite Ibáñez y realizado por Mikel Cubillo, es obra de la productora New Media Digital. Su mayor virtud es el equilibrio entre mente y corazón, porque no se ha configurado desde la ira, sino desde la honestidad intelectual y el saber contar historias, lo más importante si hablamos de televisión. Lo reúne todo: cargos municipales del PP y PSOE, sus hijos, su entorno y los hechos detallados, complementado con una mesa de diálogo plural, formada por personalidades de la talla de Paul Ríos, Edurne Portela, Karmelo Sáinz de la Maza y un formidable José María Mitxelena, edil de EA en Oiartzun cuando era heroico serlo.

Si nos ofendió Patria fue por la mezquindad de su narración, ficticia pero con pretensiones de veracidad indiscutible. Y si nos ha gustado Maixabel, la peli sobre el encuentro real entre víctima y verdugo, es por su grandeza bien contada, lo mismo que ha logrado el primer capítulo de Memoria Eraikiz con la dolorosa pero decente mirada atrás de un país que mira hacia delante. Tengamos, pues, la memoria en paz. No hagamos como España, pendiente de purgar los recuerdos de su dictadura y aún con miles y miles de fusilados en las cunetas.