Aunque el sello es inconfundible, la primera sensación al ver la muestra es de sorpresa. Es la primera vez que en una exposición de Carmelo Ortiz de Elgea no hay ni un solo cuadro de gran formato. Todo lo contrario. “Estas pinturas son mucho más difíciles de hacer, son todo un reto”, sonríe el pintor ante su nueva propuesta en la capital alavesa, una invitación a recorrer “sensaciones” a través de paisajes muy diversos, tanto cercanos como no tantos. Zuloa recibe desde este viernes hasta el 19 de marzo de 2022 al creador y su veintena de ventanas a las emociones.

No hace mucho, Ortiz de Elgea visitó en el espacio de la calle Correría otra muestra que le interesaba. Fue entonces cuando pensó que la sala sería un lugar idóneo para estas piezas realizadas en los últimos cuatro años, un guante que Zuloa aceptó al instante. Dicho y hecho. “Creo que es la única vez que he hecho una exposición solo con formato pequeño. En realidad, el nivel de detalle, el trabajo que exige, la atención que pongo, es igual que en los cuadros de gran formato, el tamaño no es relevante en ese aspecto”.

Aún así, el pintor reconoce que le cuesta concentrar todo lo que quiere transmitir. Frente a eso, “estos tamaños me permiten ir a la naturaleza a empezar a pintar, aunque luego termine en el estudio. No me requiere fotografiar y luego hacerlo todo en el taller”. Desde tierras africanas a vascas pasando por lugares de Asturias o Canarias, el artista busca paisajes en los que la naturaleza ha intervenido de manera brusca; no busco lo amable, sino que me gusta el paisaje torturado, donde ha pasado algo extraño, incluso violento”. Es ahí donde está el principio de la inspiración.

Desde esa base, el reconocido creador alavés busca “retratar la sensación del paisaje”, no hacer una fotografía tal cual, no representar a la naturaleza tal cual se ve, sino ir más allá. Y lo hace porque, como el propio autor dice, “me siento como un personaje que recorre esos lugares, la pintura me sirve para adentrarme también en ellos”, una emoción que ahora comparte con el público que se acerque a Zuloa durante estos meses de exposición.

También, eso sí, hay un paisaje interno, un bodegón del estudio donde el artista sigue alimentando una trayectoria artística imposible de resumir en pocas líneas, un camino que regresa en forma de exposición a Vitoria, donde ha habido oportunidades de ver propuestas bien diferentes, de nuevo en cuanto al tamaño se refiere, de su modo de hacer.

Quienes, por ejemplo, vieron hace unos años su muestra en Artium se quedarán sorprendidos al ver estas piezas. “Pero aunque se vean en este formato pequeño, no son bocetos, ni anotaciones, ni ideas para cuadros futuros. Son obras en sí, pensadas y creadas tal y como se ven”. Pequeñas dosis de una gran maestría, que tienen en Zuloa “un sitio idóneo”, un contexto que se amolda sin problemas a la propuesta. Ahora es el momento de todas aquellas personas que se quieran dejar llevar entre estos parajes.