uskaltzale, periodista, escritor, político... A lo largo de sus 82 años de vida, Martin Ugalde tuvo múltiples facetas, la gran mayoría de ellas asociadas a la palabra y, sobre todo, al euskera. Pero más allá de todo ello fue padre, tal y como lo recuerda su hijo Unai, que con motivo del centenario del nacimiento de su aita repasa para el Grupo Noticias la vida y obra de un hombre “que tenía claro que debía hacer algo por la transición política, por Euskadi y por el euskera”.

Unai Ugalde nació en Venezuela, durante el exilio de su padre y su madre, Ana María Martínez Urreiztieta, por lo que los vaivenes y las tragedias que tuvo que vivir Martin antes de partir a Sudamérica solo las conoce de oídas y a partir de relatos y documentales que ha conocido ya de adulto. “No hacía mucha referencia a ello, a pesar de que Euskadi estaba muy presente”, cuenta sobre los primeros años de vida de su padre.

Nacido el 11 de noviembre de 1921 en Andoain, la vida de Martin Ugalde cambió por completo con el estallido de la Guerra Civil española. Con quince años huyó con su familia primero a Mundaka, para luego pasar a Bilbao y finalmente dirigirse con su madre a Château-Chinon, en Niévre (Francia), mientras su padre continuaba en el frente y su hermano iba en dirección a la Unión Soviética. El reencuentro de sus progenitores llegaría en Catalunya, pero el joven Martin no pudo verlo, ya que fue enviado a una colonia en Donibane Lohizune. No fue hasta 1941, salvoconducto mediante, cuando pudo regresar a Andoain. Pero no duró mucho tiempo allí.

Entre 1942 y 1945 tuvo que cumplir el servicio militar en Marruecos, o lo que él mismo denominaba “su primer exilio”. El segundo, el que le llevaría a vivir 22 años en Venezuela, se produjo en 1947, cuando ya empezaba a hacer sus pinitos en el periodismo local. “Pero donde realmente se sintió cómodo fue en Venezuela. Era un país que estaba explotando, donde existía una gran desigualdad, pero al mismo tiempo había mucho negocio gracias al petróleo de alta calidad que tenía y sigue teniendo”, explica su hijo.

En el país latinoamericano, Martin trabajó para la revista Elite y para el periódico El Nacional, antes de dar el salto a la compañía petrolífera Creole Petroleum, donde trabajó como relaciones públicas en Sudamérica y dirigió la publicación El Farol, a la que dotó “de mucha presencia cultural”. “Era una figura reconocida y empezó a ganar premios como escritor. Se encontraba muy a gusto allí, pero tenía claro que debía hacer algo por la transición política, por Euskadi y por el euskera”, explica Unai, que recuerda cómo tomaron la decisión de volver a Gipuzkoa con los primeros rumores de que el final del franquismo podía estar cerca. “Mis padres llegaron a decir que si no volvíamos a Euskadi, yo, a mis once años, iba a ser venezolano ya para siempre”, explica. Tanto él como sus hermanas Itsaso y Ainara habían nacido en Venezuela, pero, al igual que lo hacían muchos hijos de inmigrantes de otros países europeos a los que sus padres también les enseñaban su lengua, en casa solo hablaban en euskera: “Se nos hacía muy raro, pero luego, cuando volvimos a Euskadi, vimos que gracias a ello teníamos mucho mejor nivel que la mayoría de los que habían nacido aquí”.

Nuevos periódicos

“En Euskadi estábamos marcados”

Unai, sus dos hermanas y su madre llegaron a Irun en 1968. Martin no pudo hacerlo hasta dos años después porque el Gobierno español se lo impedía: “No fue nada fácil tomar la decisión de volver. En Venezuela, mi padre tenía un estatus social y profesional y un nivel de vida alto. En Euskadi, en cambio, los que no comulgaban con él no se cruzaban con nosotros porque estábamos marcados”. Este rechazo ya lo había vivido desde América, ya que las cartas y escritos que mandaba a los medios de comunicación vascos eran censurados.

Con la llegada del patriarca, la familia Ugalde pasó a vivir a Hondarribia, donde comenzó a dinamizar los trabajos en euskera y tejer una red de contactos dentro del nacionalismo vasco. “Existía una división interna sobre cómo continuar la resistencia al régimen. Parecía que el final de Franco estaba cerca, pero había una incertidumbre total sobre lo que iba a pasar”, explica Unai, que recuerda esos años como “muy difíciles”: “En el colegio me reprochaban que a dónde iba mi padre con sus ideas y qué pretendía conseguir si era algo imposible”. Por ello, siempre ha admirado ese trabajo “casi en la clandestinidad” que realizaba: “Fue muy duro pasar de la comodidad que tenía en Venezuela, donde podía trabajar con grandes máquinas de imprenta, a hacerlo en un sótano oscuro de Donostia, donde justo podían editar una cuartilla que era Zeruko Argia”.

Poco a poco, primero con la muerte de Carrero Blanco -“es cuando realmente se empezó a hablar de una democracia real”- y, posteriormente, con la de Franco, la situación dio la vuelta. Gracias a ello llegaron la puesta en marcha del mencionado Zeruko Argia y de Deia, donde jugó un papel importante su papel como editor en euskera. “Siempre pensó que el euskera debía ser el proyecto central del país y que debía ser homologado como el castellano. Era un reto gigantesco en ese momento, pero que había que hacer”, cuenta su hijo. Por ese motivo, en cuanto el diario Deia “estaba lanzado” decidió dar el salto a la creación de un periódico 100% en euskera: Euskaldunon Egunkaria.

“Cuando estábamos en Venezuela, hacer un periódico solo en euskera era una ensoñación. Mucha gente pensaba que se iba a estrellar. Creo que ni él mismo se habría creído que años después lo iba a poder hacer”, apunta Unai.

Salto a la política

“No le gustaba la confrontación”

La pasión por el euskera es también la razón que le llevó al salto a la política, donde tras ejercer como vicepresidente del Gobierno Vasco en el exilio, aceptó el cargo de director de Euskera durante dos años. “Lo hizo por deber. La política le parecía algo necesario, pero no le gustaba. Siempre decía que para ser político había que tener estómago, y él no lo tenía”, cuenta su hijo. Recuerda a su padre como “un hombre muy recto pero bastante sencillo a la hora de relacionarse con otras personas”. “Empatizaba mucho con la gente y no le gustaba la confrontación. Por eso, era muy raro ver calentones en nuestra casa. Escribiendo sí se sentía cómodo en la discusión, pero cara a cara no”, añade.

Su pasión por la escritura la volcó en la creación de diferentes cuentos y relatos breves en euskera, ya durante su exilio. “No ha sido suficientemente reconocido como pionero”, asegura Unai, recordando a un Martin “muy metódico” que se pasaba en su despacho trabajando de siete de la mañana a cinco de la tarde de lunes a domingo. “Algún domingo justo libraba”, matiza. “Tenía muchísimas fichas de autores a los que recurría siempre que necesitaba y que sabía perfectamente dónde estaban. Algo que me enseñó y que me vino muy bien para mi tesis”, recuerda entre risas. Además, añade, “no paraba de escribir y reescribir una y otra vez hasta tener el texto que quería”.

Algunas de esas manías las ha heredado su hijo, que, no obstante, tomó una vía completamente diferente a la de su padre y se especializó en biología. “Siempre nos decía que hiciésemos lo que quisiéramos y le estoy muy agradecido por ello”, explica Unai, que cree que su pasión podría haber surgido por su fascinación por los paisajes venezolanos.

En los últimos años de su vida, Martin obtuvo varios reconocimientos y homenajes: honoris causa por la UPV/EHU, Vasco Universal por el Gobierno Vasco e hijo predilecto por el Ayuntamiento de Andoain. Falleció en Hondarribia en 2004 tras toda una vida dedicada al euskera.

Primeros años. Con el estallido de la Guerra Civil, Ugalde y su familia dejaron su Andoain natal para huir a Mundaka, Bilbao, Nièvre y Donibane-Lohizune.

Desde el exilio. En Venezuela vivió 22 años que dedicó al periodismo en medios como Elite, El Nacional y El Farol. También creó varios cuentos y relatos breves en euskera.

Vuelta a casa: 1970-2004. Tras unos primeros años difíciles, fue fundador de Zeruko Argia, Deia y Egunkaria.

Cuentos. Un real sueño sobre un andamio (1957); Iltzailleak (1961); Itsasoa ur-bazter luzea da (1973); Cuentos de inmigrantes (1979); Bihotza golkoan (1990); Erretiradako trena (1997)

Novela. Las brujas de Sorjín (1975); Itzulera baten historia (1990); Pedrotxo (1995); Mohamed eta parroko gorria (2000).

“Mi padretenía claro que debía hacer algo por la transición política, el euskera y Euskadi”

Hijo de Martin Ugalde