"No he descubierto nuevos documentos, simplemente he cogido los que ya se conocían y los he leído pero sin recortar a las mujeres, que estaban ahí en todo momento. Y me he fijado en sus acciones y en lo que era diferente a lo que hacían los hombres". Dicho así puede dar la impresión por un momento de que la tarea ha sido hasta sencilla. Pero nada más lejos de la realidad. La publicación del libro Tierra de Damas. Las mujeres que construyeron el románico en el País Vasco (Sans Soleil Ediciones) es consecuencia de una amplio y exhaustivo trabajo, una labor que ni siquiera es el final del camino. "Es un punto de partida tanto para mí como para otras personas que quieran seguir la misma línea porque todavía se puede profundizar más", apunta la filósofa, historiadora del arte, investigadora y divulgadora Isabel Mellén.
De hecho, lo que en estas 300 páginas se busca es ofrecer "una panorámica" con un marcado "carácter divulgativo" para llegar a cualquier persona. Así se explicará también este martes 9 en la Casa de Cultura Ignacio Aldecoa, donde a las 19.30 horas, y con la colaboración de la periodista Naiara López de Munain, se procederá a la presentación de una obra que, al fin y al cabo, no deja de hablar de lo que fue y es hoy la sociedad vasca, de unas mujeres que fueron e hicieron pero que ahora parece que no existieron.
Dentro de un "patriarcado más laxo" que el actual en el que "tenían mayores cotas de poder", Mellén estudia la huella de estas mujeres pertenecientes a las clases más altas que vivían en territorios como Álava, gestionados por la pequeña nobleza rural. Dentro del contexto de la Edad Media "hay que tener en cuenta que de ellas dependía el linaje y eso era algo fundamental. La familia era igual a la política. Los linajes tenían sus alianzas, estrategias, enfrentamientos y en todo ello, las mujeres tenían un papel de referencia, no solo porque participaban dentro de esa política, sino porque eran las responsables de tener la descendencia, hacían sus tejemanejes con hijos e hijas, tenían sus estrategias de matronazgo, administraban señoríos, ejercían justicia en ellos, es decir, tenían un papel social muy relevante".
En ese marco, parte de su rol, sobre todo sin perder de vista la lejanía de los grandes centros de poder religioso, pasaba por crear iglesias, que eran espacios privados, de la familia, que se usaban como panteones para el clan, donde se colocaba la propaganda del linaje y desde los que se recaudaba dinero. Cumplían, en definitiva, más funciones que las exclusivas al culto. Tomando el caso del Santuario de Estíbaliz como referencia, "he podido desentrañar toda una serie de estrategias políticas que estas mujeres estaban desarrollando a través de sus iglesias o de las donaciones que hacían a monasterios y demás. No era una cuestión de fe ni de devoción, sino que era pura política de linaje. Es una parte importantísima de la historia del País Vasco pero que no ha sido contada, porque solo se ha hablado de lo que hacían los hombres".
En este punto es también fundamental la iconografía utilizada en estos templos. "No es nada inocente. Aunque veamos motivos vegetales, como pasa en Estíbaliz, detrás se esconde una historia política". Y se pueden rastrear estrategias en este sentido en diferentes puntos de Álava -el territorio vasco donde el románico está más presente- pero también de Bizkaia, por ejemplo. Sin embargo, son representaciones a las que hoy se dan lecturas que poco o nada tienen que ver con su papel original. Al contrario, sobre todo a las imágenes en las que aparecen mujeres se les relaciona con el mal, lo oculto o lo lujurioso.
De todo ello y más se habla, también con ejemplos gráficos, en un libro que toma como punto de partida la documentación existente, no siempre leída de la misma forma, eso sí. Aunque no haya tanta de los siglos XI, XII y principios del XIII, "con lo que hay he podido desarrollar bastante las investigaciones y sacar conclusiones", teniendo como referencia básica la edición digitalizada del Becerro Galicano de San Millán de la Cogolla. "Lo único es que no está traducido, así que he tenido que hacer un trabajo importante con el latín", dice con una sonrisa la autora.
La invisibilización del papel de la mujer en cualquier periodo de la historia, por desgracia, no es algo único del románico, aunque Mellén dice que, "es como el ForoCoches del arte. Es terrible la cantidad de misoginia que hay ahí. Primero, porque hay mucho desconocimiento de esta época. Hay muchas cosas en nuestros tiempos que se han dicho por decir, que nadie se ha preocupado por demostrar. Ese desconocimiento ha llevado a que, por ejemplo, cuando en la iconografía aparecía un cuerpo femenino, o no se veía y era otra cosa, o se ocultaba, o se convertía en alegoría de algún concepto abstracto, o directamente se identificaba como una representación del mal. En realidad, el románico es un arte muy femenino pero se ha interpretado desde un punto de vista machista. De ahí las inventivas que se ha pegado todo el mundo".
En este sentido, la investigadora señala que el principal problema llega en el siglo XVIII con la ilustración. "Era un movimiento solo para unos pocos, que eran hombres, blancos y ricos. Ellos eran los que tenían la posesión de la razón. Lo que nos han trasladado a nuestro presente es la idea de que las mujeres tienen que estar dentro de casa sin poder trabajar, sin poder desarrollar una carrera intelectual. Ya lo dijo Campomanes, la mujer no tiene fuerza para ciertos oficios. Hay ideas que tenemos hoy que vienen de ahí y que han servido para tergiversar la historia".
Poco a poco se van dando pasos para intentar darle la vuelta a esta situación, también en el ámbito educativo, aunque con matices. "A nivel universitario cada vez hay más cosas. Son cuestiones que están entrando en el ámbito académico pero tímidamente", apunta Mellén, más allá de que sí critica que "en otros niveles educativos como Primaria y Secundaria se está muy lejos todavía de que algo cambie. Hay resistencia. Se están haciendo muchas investigaciones pero costará asentar algunas cosas". También suman desde la cooperativa Álava Medieval, de la que ella es parte. "Vamos a seguir trabajando en estas áreas y en el Centro de Interpretación del Románico en Álava -en Estíbaliz- tenemos intención de poner un vídeo dedicado al matronazgo".
En realidad, el campo de trabajo es inagotable. Así lo entiende la divulgadora, que, con el empuje de Mentxu Ramilo Araujo, ha podido llevar a cabo esta investigación gracias a una ayuda del área de Igualdad de la Diputación Foral de Álava. "Me he encontrado con muchísimo más de lo que pensaba. Tengo material como para dedicarme el resto de mis días a ir sacando artículos y hacer conferencias sin agotar el tema ni repetirme", sonríe.
"Es una parte importantísima de la historia del País Vasco pero que no ha sido contada porque solo se ha hablado de lo que hacían los hombres"
"En algunos niveles educativos hay resistencia a estas investigaciones. Se están haciendo muchas pero costará asentar algunas cosas"